miércoles, 27 de marzo de 2013

Cómplices

El par de viejecitas, cual niñas disfrutando de su segunda infancia, esperaban atisbando por las hendijas de las puertas batientes de la cocina. En el comedor, Don Guillermo, se aprestaba a servirse un poco de la tizana fría y refrescante que le esperaba , destilando gotas frías, en la fuente sobre la mesa. Agitar de hielos, líquido vertiéndose y un grito: “¡Coño, por qué me hacen esto!”. Caen dos “planchas” al piso y, al unísono las viejitas salen de la cocina riendo a carcajadas: “Este viejo no aprende, carajo, jajajajaja! Recogen las planchas, las enjuagan y, riendo aún, las victimarias se calzan sus dentaduras, ante la mirada aviesa de una víctima que todas las semanas santas cae en el truco burdo de este par de viejas sin oficio.
 
B. Osiris B.

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