domingo, 21 de julio de 2019

Toñilas

Toñilas

En aquel tiempo en el que la homosexualidad era mal vista.  Toñilas, era el mejor costurero del pueblo.  Sólo la crema y nata de la sociedad de Arauca, Caldas, un pueblo polvoriento, oxidado y calcinado entre las montañas y humedecido sólo a medias por el río Cauca, accedía a los servicios de dicha celebridad.
Toñilas tiene un nombre en mi memoria y creo que unos ojos delineados de azul, cejas arrancadas de tajo y dibujadas en una curva negra, que con el sudor se escurría por su poco saludable cara. Ah, los labios rojos con surcos de color rubí eran un poema a la tristeza de su clase.
No ví jamás una sonrisa tan falsa y deteriorada como la de Toñilas.
Usaba él, quizá ella.  Unas faldas largas, blusas con volantes de muchos colores y sandalias de tacón muy alto. Sus dedos enormes pues se veían poco cuidados y eran muy  masculinos y sus uñas con esmalte rojo descascarado casi siempre tocaban el suelo y recogían el polvo de las calles.
Triste personaje fue Toñilas.  Querido por todos, despreciado por los mismos.  
Oculto entre retazos de tela lo encontraron un día.  Un charco de sangre a la altura de la cadera y su pene cercenado y hundido con fuerza entre sus labios.
Se habló de un amante desdeñado, de un crimen de odio o de pasión.  Pero como casi todos los asesinatos de homosexuales en los cuales no habían deudos.  Nada pasó.
Toñilas hoy día a lo mejor no es recordado más que por mí, en este mismo instante, ahora.  
Su nombre llegó a mi memoria y con él, su imagen dolorosa, y su triste y olvidada historia.

Patricia Lara P

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