Y continuó así..
Abrieron
su ataúd. Una orden judicial así lo ordenaba. Inquietos unos,
sorprendidos otros, aterrados unos más, maravillados pocos. Vimos como
del ataúd salieron infinitas mariposas amarillas. Después de esperar lo
que pareció una eternidad, a que hasta la última volara y se alejara; lograron
mirar adentro de la fosa, adentro del ataúd, para ser más exactos. Y lo que vieron también
los dejó anonadados. Flores, flores amarillas; grandes medianas y
pequeñas que brotaban sin cesar. Se dieron a la tarea de irlas
sacando. Pero más se demoraban en arrancarlas y palear unas; cuando
otras las reemplazaban perfumadas, doradas y muy hermosas. Decidieron
entonces tomarse un par de días para que se secaran solas y poder
proceder al cumplimiento de la orden. Dejaron entonces dos vigilantes
encargados de reportar el momento. Los días, las semanas y los meses
incluso, se sucedieron sin obtener información alguna.
Llegó
entonces el momento de ir y ¡oh sorpresa! Ni siquiera pudieron entrar
al cementerio. Estaba invadido de flores y de mariposas amarillas.
Las gentes enloquecían sin entender el motivo.
Procedieron
a indagar y concluyeron no sin asombro que se habían equivocado de
tumba. Por un error humano, abrieron la 527 cuando debían abrir la 752.
En los anales del cementerio que afortunadamente no se encontraban en
él, sino en una iglesia cercana, se dieron cuenta que la tumba que
habían "profanado" era la del tristemente recordado, casi olvidado, Mauricio Babilonia.
El
deseo final de Meme había sido descansar al lado de su amado. Al yacer
juntos por fin su amor fructificó oculto en esa tumba. Al ser abierta,
mancillado el descanso de los amantes, poblaría lentamente el mundo que
los había condenado.
Patricia Lara P
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