domingo, 21 de julio de 2019

Y la historia continuó así...

Y continuó así.. 

Abrieron su ataúd.  Una orden judicial así lo ordenaba.  Inquietos unos, sorprendidos otros, aterrados unos más, maravillados pocos.  Vimos como del ataúd salieron infinitas mariposas amarillas.  Después de esperar lo que pareció una eternidad, a que hasta la última volara y se alejara; lograron mirar adentro de la fosa, adentro del ataúd, para ser más exactos.  Y lo que vieron también los dejó anonadados.  Flores, flores amarillas; grandes medianas y pequeñas que brotaban sin cesar.  Se dieron a la tarea de irlas sacando.  Pero más se demoraban en arrancarlas y palear unas; cuando otras las reemplazaban perfumadas, doradas y muy hermosas.  Decidieron entonces tomarse un par de días para que se secaran solas y poder proceder al cumplimiento de la orden.  Dejaron entonces dos vigilantes encargados de reportar el momento.  Los días, las semanas y los meses incluso, se sucedieron sin obtener información alguna.
Llegó entonces el momento de ir y ¡oh sorpresa!  Ni siquiera pudieron entrar al cementerio.  Estaba invadido de flores y de mariposas amarillas.
Las gentes enloquecían sin entender el motivo.  
Procedieron a indagar y concluyeron no sin asombro que se habían equivocado de tumba.  Por un error humano, abrieron la 527 cuando debían abrir la 752.  
En los anales del cementerio que afortunadamente no se encontraban en él, sino en una iglesia cercana, se dieron cuenta que la tumba que habían "profanado" era la del tristemente recordado, casi olvidado, Mauricio Babilonia.
El deseo final de Meme había sido descansar al lado de su amado.  Al yacer juntos por fin su amor fructificó oculto en esa tumba.  Al ser abierta, mancillado el descanso de los amantes, poblaría lentamente el mundo que los había condenado.
Patricia Lara P

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