jueves, 19 de noviembre de 2015

¿Un mundo feliz?




                 
Soñé con esa casa tan maravillosamente ubicada, sobre ese montículo verde, con cultivos de flores y árboles bellos y  que  permitía contemplar el panorama hermoso y plácido desde cualquier sitio en su interior.
Y eso no era lo mejor.  Ya que entrando a la casa.  Todo era luz y espacios abiertos.  Grandes ventanales iluminaban cada rincón de la amplia estancia.
El pecho se me infló en un suspiro hondo y muy sonoro. La sonrisa plena iluminó mi rostro y me sentí relajada y feliz al mismo tiempo.
De pronto veo a un niño entrar corriendo por la puesta principal  (Me imagino que es mío).  Lo veo recorrer el salón y pasar a mi lado; lo miro mientras se aproxima a una puerta muy grande, lo veo empujarla y entrar a ese sitio que yo aún no he mirado, no he reconocido y aprobado.  Me veo correr hasta ella llamándolo;  empujo los batientes y entro a un sitio oscuro y sin final.
El niño sorprendido y suspendido en la carrera y en el marco de la puerta, asustado observa.  Lo tomo de la mano y halándolo lo saco de aquel sitio que me oprimió el corazón.  Con él, galopando cual caballo desbocado  y  frente a la puerta me pregunto qué hago... ¿Qué es lo que debo hacer?
Parada  ahí observando,  veo a un hombre traspasar esa puerta, mirar sin ver, sin verme.  Una linterna en su mano me hace pensar que el cuarto obscuro es en el que el niño y yo nos encontramos.  Asustado regresa sobre sus pasos y ya no lo veo más.
Me pregunto,  ¿Si estoy atrapada en ese sueño?   ¿Si el atrapado es él? Y  ¿Si soy mi pesadilla o la de alguien más?

Patricia Lara P.

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