Desde niña me enseñó mamá a pedirle la bendición a la mamita María. Llegábamos a su casa, la casa de la abuela materna y apenas vernos hacía la señal de la cruz con su mano madura en un principio y marchita y temblorosa luego y mirándonos con dulzura infinita nos daba la bendición. Igual sucedía cada vez que partíamos y esa bendición era augurio seguro de buen viaje y buenos tiempos.
Yo no me acostumbré a pedirle la bendición a mamá pero nunca salí de la casa sin ella pues apenas decía me voy, adiós chao o nos vemos luego; ella decía "Dios la bendiga mija"
Hoy mis hijos me besan y me dicen "chao ma" y yo como oración seguro; les respondo "Dios te bendiga hijo o hija, pórtate bien"
Finalmente viene a ser como un mantra de buena ventura y muy seguramente en unos años cuando mis hijos sean padres despedirán a sus hijos con beso y bendición.
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