Y, de repente
en esta inmensa soledad
de sentirme acompañada
descubro que no soy toda bondad como creía.
Y me gusta, aunque me duela,
la imperfecta humanidad
que me permite odiar hasta el dolor
el maltrato de tu presencia en mi vida.
Y respiro el pecado
con el agrado de quien se sabe condenada
a una vida de miserias a tu lado,
muriendo lentamente en cada sonrisa tuya.
B. Osiris B.
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