Esta era una señorita que sonreír le
costaba
siempre las cejas contraídas ella llevaba
un día un caballero conocedor de la
belleza de la dama
pero espantado por su mal carácter
decidió obsequiarle una sonrisa
diaria
para que aprendiera que su mala
cara
no a todos los hombres espantaba
Un día le sonrió y ella ni se percató
al siguiente la miró a los ojos y de sus labios otra sonrisa brotó
pero ella ni lo miró
Luego un gesto con el sombrero y
brillo en los ojos primero
después la sonrisa que ella ya
esperaba con prisa
Pasan los días y las semanas
y parece que ella ni enteraba estaba
mucho después y ya a punto él de
desfallecer
La niña muy primorosa
Tímidamente sonríe
sus mejillas se sonrojan
Ella como amapola fresca
Todos los días refresca
Con risas y con sonrisas llenas todas
de alegría
El agitado corazón del caballero
sonriente
Que sin saberlo presiente
Que el amor los ha tocado.
Pues sonreír les ha dado
La capacidad sin par
De apreciarse el uno al otro
Y de amarse hasta el final.
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