Una tela de araña
Subo al auto y veo una tela de araña hecha con primor y elegancia. El hilo es iridiscente. Aún así, a pesar de ser tan bella, la retiro con premura. Después la olvido.
Debo conducir un par de horas o quizá un poco más. Pongo música y me envuelvo en las notas musicales; mis pensamientos danzan también.
Al cabo de un rato siento alguna opresión en el cuerpo, pero no le presto demasiada atención, me distraigo. Un piquete en el cuello me regresa a esta horrible realidad. Estoy envuelto en esa red blanca iridiscente y esa enorme araña me succiona.
Patricia Lara Pachón
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