Atardeceres por encargo
Un día mis hermanos y yo, dispuestos a reunirnos a pesar de la distancia nos pusimos la cita del amor fraterno. Cada uno prepararía su cóctel favorito y se instalaría mirando al ocaso. La charla con cada uno de sus amores cercanos sería necesaria pero la compañía de aquellos con los que compartimos la casa materna sería la principal. Al momento de ver la imagen del atardecer y con el corazón estrujado por las ausencias tomaría la primera foto e inmediatamente la compartiría con los demás.
Nos sentimos cercanos en el tiempo y en el espacio y cada una de nuestras vivencias de infancia bailó en cada nube, en cada arrebol, en cada susurro del viento.
Salud dijimos al unísono y nuestras manos obturaron otra imagen mejor.
Patricia Lara Pachón
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