miércoles, 30 de abril de 2025

La calle ocho

 

La calle ocho ♾️ 

Era una calle larga, empedrada con milimétrica alineación. Cada roca había sido dispuesta con suma elegancia. Cada una de ellas parecía haber pasado por metro y báscula. Esta recta calle era absolutamente impresionante. Limpia, ni una hoja en ella se veía ni a metros de distancia. Y ni hablar de  las casas de la misma forma y color, las puertas y ventanas idénticas, las plantas colgando de los barandales exactamente iguales; ni una hoja más ni una menos y todas con sus verdes follajes identicos.  Ochenta y ocho casas blancas, con puertas y ventanas pintadas de rojo. Un único bombillo en cada una iluminaba casi siniestramente la casa, la calle.
Adentro de cada una de ellas y dispuestas de igual manera había una sala, con un mismo sofa, dos sillas, dos mesas, un tapete. Dos cuartos con sus camas iguales, dos baúles dispuestos a lado y lado de las camas como mesas de luz, un candelabro con sendas velas gastadas hasta el mismo sitio, cada uno con una gota de parafina ensuciándolos. Colcha tejida de mil colores y cojines a juego.  Un baño limpio en medio de los cuartos. Una pequeña cocina con estufa y dos ollas cocinando algo indescifrable pero de delicioso aroma, dos platos, dos vasos con cubiertos y servilletas blancas bordadas con primor dispuestas sobre la barra.
Todo, absolutamente todo igual en las ochenta y ocho casas. Y ni hablar de lo que había atrás de ellas; cada una tenía en su patio trasero, un pequeño bosque, tan pequeño era que los árboles crecian enmarañados pero exactamente identicos. Y después de ellos la nada. No era una muralla, ni un foso, ni un rio cristalino o turbio. Nada. Y daba la impresión que la nada se acercaba, que iba a ir comprimiendo aquello que rodeaba. Una sensación de opresión era lo que se sentía.
...

Patricia Lara Pachón 

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Tercera vez

 

Tercera vez


Jajajaja se rie la chica sentada en frente, mientras la otra cae como en camara lenta.

Yo me asusto, me acerco y le pregunto si está bien, si se lastimó de algún modo. La observo con preocupación. Ahora las veo a las dos reír a carcajadas, apenas si contienen la risa. Tercera vez que me pasa... Tercera silla que rompo.


Patricia Lara Pachón 


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Estropeadita

 Estropeadita 

La hallaron algo así como "estropeadita", al parecer había resbalado en el lodo que había cubierto el camino después de las fuertes lluvias de la noche anterior... de la semana pasada. Ella parecía una muñeca de trapo arrojada en el camino. Despatarrada era la palabra que mejor definía su triste posición. Miraba fijamente al cielo, un rictus de dolor se le había apoderado de los morados labios. La lengua se asomaba tímidamente por las comisuras de estos. Las personas la miraban con tristeza unas, con dolor las otras y no faltaba uno que otro que abiertamente se reía. De pronto, un quejido leve al principio empezó a provenir de la triste figura, el cual se hizo cada vez más audible. La mujer parpadeó, y empezó unos leves movimientos al principio. De pronto, se levantó de un salto que hizo espantar a toda la audiencia. Mirándolos asombrada primero y muertas de risa después; partió. 


Patricia Lara Pachón 


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domingo, 20 de abril de 2025

A Julio Cortázar



Medellín 12 abril 2025
A Julio...
Cortázar 
Querido mío, debo admitir con sinceridad que Rayuela no fue lo que me atrajo de ti. Tus cartas y cuentos maravillosos, tu esencia magnífica, tu apariencia lejana y esquiva pero cercana finalmente; eso, eso fue lo que me encantó.  Ir descubriendo a un hombre revestido de letras, con paisajes incrustados en ellas, con amores y desamores, con encantos y desencantos. Descubrir en tus escritos al amigo, a las musas con las que abiertamente coqueteabas. Leer esas frases mágicas, magníficas y desear un día escribir en mi estilo cosas que a otros también interesaran, que desearan leer y que quisieran guardar también en sus corazones.
Querido Julio, descubrir que eres humano pero inmortal en tus libros me hace envidiarte.
Disfruta el cielo.

Patricia 



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Las fechas

 

Las fechas


Tengo una enorme dificultad para recordar fechas, cuando he requerido decir en que año nacieron mis hijos me toca recordar cuantos años tienen y hacer la resta; a pesar de eso, me he equivocado muchas veces al dar esa información.

Sufrí mucho las clases de historia por lo mismo.

Y hoy por hoy agradezco los recuerdos del Facebook ya que puedo felicitar cumpleañeros y otras cosas mayores y menores.

No sé si eso le sucede a muchas personas, pero las fechas no son lo mío.

A veces me da pena olvidarlas, pero todos somos distintos y cada quien es como puede ser, no como los otros esperan que seamos.

Olvidé en que fechas fallecieron mi padre, mi abuela, mi suegra y mi amiga del alma Lucía. Olvidé el año en que conocí a mi esposo, en que fecha vinimos a vivir a Envigado, cuando viajamos a Bogotá y de regreso. No sé porqué tengo tanta memoria para unas cosas y tan poca para otras. A lo mejor no le doy importancia a las mismas cosas que otros, es que como casi todo en la vida nuestra mente también es personal e intransferible.

En éste mismo momento pienso el motivo por el cual estoy escribiendo ésto y para ser sincera no lo tengo o no lo recuerdo. Ah vaina.

Patricia Lara Pachón 



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Pensamientos perversos

 

Pensamientos perversos 

Hoy me descubrí pensando mal. Es como el demonio del oído izquierdo que me habla. Yo lo escucho seriamente y le doy una que otra respuesta. El ángel del oído derecho es más silencioso. Él a veces nada más me mira con algo de dolor y me recrimina silente.
A veces; pocas. Me doy cuenta de lo rarita que soy, de los malos pensamientos que puedo tener y la verdad verdadera es que hasta los disfruto. Me pregunto con frecuencia qué sería de mí si le hiciera caso siempre a la maldad que me habita. Los seres "humanos" podemos y debemos controlar nuestros instintos. Por algo estamos arriba de la cadena evolutiva (?) 
Bueno, como siempre yo pensando pensamientos pensantes, de esos que sirven para salvar el mundo. ¿Para salvarlo?
En realidad y siendo muy sincera, encuentro muchas gente buena a mi alrededor, pero aquellos que gobiernan el mundo dejan mucho que desear. Esos nos van conduciendo a la destrucción. Éste mundo necesita con urgencia reiniciarse.
Ahora sí yo.
Patricia Lara Pachón 




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Y yo espero


Y yo espero

Qué cuántos años tengo, me preguntó.
Tengo un día y abro los ojos por primera vez, parpadeo y ahora tengo dos años y estoy totalmente desnuda, recubierta de yerba y lodo escuchando los gritos histéricos de mamá, los llantos de gente que desconozco. Tengo también tres años y pasan con un ahogado amarrado de pies y manos a una guadua, tengo ahora seis años y me entero que papá tiene otra familia. 
Estoy feliz, tengo ocho años y por fin puedo ir a la escuela, voy a aprender a leer y a escribir, ya no tendré que rogarles a mis hermanos para que me lean las caricaturas.  Acabo de cumplir 15 años y un terremoto me sorprende sola con con mis hermanos... Lloro.
Ahora tengo 24 años y en mis brazos sostengo a mi primer hijo... Estoy adolorida y llena de miedo. Suspiro y tengo 33 y la escucho llorar con ganas, pido que me la traigan y el amor me llena el rostro de sonrisas y el miedo ahí está.
Empiezo a escribir con timidez, tengo 46 años y deseo exponerme en las letras, conocerme. Entender sus motivos, renazco en las palabras.
Espero con paciencia que la vida me sorprenda... 61 años me cobijan y yo espero.
Patricia Lara Pachón 

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lunes, 14 de abril de 2025

Aguacero

Aguacero


Que esta lluvia incesante
me regale el petricor de su mirada sonriente,
una primavera de buenas nuevas,
¡el ocaso de tantas tristezas!

Qué esta lluvia silente
renueve el río de la vida 
y me deje ver el sol de su sonrisa 
amanecer por el este de mi esperanza 

Que esta lluvia espasmódica
desgaje por completo las nubes grises del miedo y la incertidumbre,
que renueve el caudal de mi risa sonora 
y se yerga, renacida, la alegría que hoy se espanta.

Aguacero de mis ojos, temporal que no se aguanta 
calma tu ímpetu ya un poco, que se aprieta mi garganta,
amaina por este día y deja un poco de tu agua 
para llorar de alegría cuando gane la esperanza.

B. Osiris Bocaney

domingo, 6 de abril de 2025

Burbujeando

 

Burbujeando
¿No les encanta cuando toman una bebida gaseosa y sienten la necesidad de burbujear también? Obviamente es un disfrute en solitario jajajajaja.
Yo
Patricia Lara Pachón 




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De perros

De perros


No sé si los perros tienen comunicación directa con las plantas como Et "El extraterrestre" lo cierto del caso es que Capitán va por la vida observando que planta necesita unas gotas de su orina para depositarla allí. No deja más de dos o tres ya que el necesita auxiliar a todas las plantas posibles del barrio. Mi perrito avanza con su cola en alto muy feliz, tiene un caminado saltarín y alegre; excepto, claro está, cuando suena un exosto o queman pólvora algunos vecinos inconscientes.

Capitán a veces ladra de más; cuando se le acerca un extraño o cuando sale en la noche y quiere que los demás perros del barrio se enteren que a el le dieron un paseo extra.

Capitán le teme a muchas cosas; el ruido de los platos de cerámica lo espanta. Y es muy curioso lo que le sucede. Él ama "robar" su comida; yo le sirvo y debo irme para que cuando yo no esté él se de el gusto de alimentarse. No sé porqué lo hace, pero lo hace siempre. Ahhh también gusta de que le ponga su plato en la cama y come acostado jajajaja. Creo que ama ser atendido como su papá.

Cuando Capitán entró en nuestras vidas tuvo un ataque de pánico. Se estaba ahogando y nos veía muy asustado. Le aclaramos que él, había llegado para quedarse, que iba a vivir con nosotros por siempre. Le hablamos desde el corazón y él lo entendió, hoy por hoy es un perrito feliz y hasta mandón. 

El Capitán duerme en la cama con nosotros, pide que le demos el 50% del queso de nuestros desayunos y no se para de ahí hasta que lo consigue. Le gusta que le pongamos prendas de vestir pues se siente más feliz cuando las lleva. Come de todo. Sus croquetas, su carnita cocida y la comida que nosotros comemos, es un perrito gordito y feliz pero hay de aquel que se atreva a decirlo. Le pregunto entonces al "metido" si habría sido mejor dejarlo famélico como lo encontramos.

Bueno... Insisto que nos ganamos la lotería con Capitán. Él ha traído muchas felicidad a nuestras vidas.

Patricia Lara Pachón 

La orgullosa mamá de Capitán Arturo Gabelo Lara.


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Mi yo de hace unos años

Mi yo de hace unos años.


Bueno... Es que no se como entrarle a éste reto, no puedo mentir; no me gusta hacerlo.
No sé, si soy un bicho raro o si sencillamente vivo el día a día.
Cuando era niña no me imaginaba como sería siendo jovencita. Ya joven no me ví siendo adulta y ahora lo único que en realidad deseo es morir plácidamente sentada, en una playa dorada por el sol, de arena tibia, viendo el mar.
Jamás me imaginé casada, es más; no tuve novios. No me ví siendo madre, me gustaban los niños de otros. No pensé nunca en una casa, menos en un hogar. Quizá porque desconocía que existieran. No idealicé hombre alguno.
La vida me fue poniendo ante cada una de las situaciones, obviamente se habrían caminos porque siempre hay que elegir; pero lo hice en su momento, no acostumbro llorar sobre la leche derramada. Tomo las cosas como vienen y como aprendizajes, nacimos para eso... Para aprender.
Así que las mujeres que fui no tendrían que preguntarle a la que soy ahora si sus sueños se hicieron realidad. Creo que ellas se sorprenderían de saber que nos casamos, que somos madres y esposas, que el trato con los hermanos es lejano (emocionalmente siempre lo fue) y ahora estando lejos físicamente con más razón aun.
También se sorprenderían de saber que encontré en las artes un respiro a la vida, que ahora yo, ya vieja, quemo etapas que ellas no vivieron pero que en su momento tampoco notaron o desearon.
Bueno... Para tener poco que decir... He dicho mucho.

Patricia Lara Pachón la que ama los puntos suspensivos.

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Llueve

Llueve


Llueve profusamente.  Catorce hombres corretean un balón en una cancha inundada. Son felices, la infancia les retorna doblemente, el fútbol y la lluvia ¿Qué podría ser más perfecto?
Terminan felices y la charla inicia, se relatan el partido paso a paso, cada uno fue el héroe de la contienda; se comieron varios goles, marcaron otros, y pusieron unos más.
Se quitan los uniformes mojados, se van vistiendo, sonrien ¿Qué podría ser mejor?

Patricia Lara Pachón 

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El espejo

El espejo


Entré a esa casa por invitación de su dueña. Una ancianita sonriente, de bucles en su cabello dorado, quizá usaba algun tinte, ojos vivarachos que se asomaban por los vidrios claros de unas gafas muy antiguas y costosas.  Labios rojos, curiosamente rojos ¿Que labial usaría la dama? Algún último destello de vanidad, Cejas abundantes y bien peinadas, entre canas ellas. Nariz respingada y acaso ¿coqueta?  Me senté en el sillón que ella señaló con un gesto leve del mentón y el dedo índice de su mano derecha. Lucía joyas asombrosas, brillantes todas, con diseños hermosos y pedrería que a simple vista se veía muy fina y antigua.
Dirigí la mirada con disimulo a varios objetos del salón. Todo pulcro, reluciente, hermoso.
De nuevo miré a la anciana que se había acomodado a mi lado. Me ofreció té. Una linda tetera de porcelana a juego con las tazas, platos y cucharas había aparecido ahí de pronto. A lo mejor ya estaba y yo no la había notado antes.
Tomé de entre sus dedos largos el platito y la taza y sorbí despacio esa bebida hirviente, dulce, con un aroma indescriptible. La anciana señora me miraba fijamente. Era como si respirara de mi boca el aire que yo exhalaba. 
Se puso de pie casi de un salto al ver que yo había terminado la exquisita bebida. Se dirigió a una esquina de la habitación y se irguió frente a un espejo que tampoco yo había percibido.  Haciéndome un gesto me invitó a seguirla. Lo hice sintiéndome muy pesada, cansada. Apenas si lograba mantenerme consiente. Me paré a su lado y me observé al espejo. Nos observé con curiosidad primero y con horror después.  Me iba diluyendo en la anciana. Mientras yo desaparecía en un polvo sutil. Ella se rejuvenecía. Ahora era, una altiva mujer, que apreciaba su belleza, lozanía y juventud ante el espejo.

Patricia Lara Pachón 


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Hoy me tomé un café

Hoy me tomé un café con mi yo de 28 años. Me siento frente a esa mujer niña de ojos tristes. Ella me mira con desgano; no le gusta pensar que esta mujer que soy es ella en el futuro, claro que ella dice no haber pensado jamás en llegar a esta edad. A ninguna, realmente. Sí, pregunta por nuestro hijo, ese bebé con el cual se crio, el que educó a tronchas y mochas, pues ignoraba cómo hacerlo. Dijo, y lo sé, que todo lo que hizo por él lo hizo desde el amor.

Le cuento que tenemos una niña también, que se parece mucho a ella y que tiene, hoy, su misma edad. Le digo que tiene sueños, que es inteligente, hermosa y que lucha con entereza por aquello que desea.

Ella, yo... Ya no me mira con tanto desgano. Le gusta saber que crio bien a sus hijos. Que construyó desde los cimientos un hogar que jamás imaginó, que tiene mascotas a las que ama profundamente, que es una mujer a la que algunos aman y otros aprecian, pero que no es para nada una sombra.

Le cuento que disfrutamos mucho escribir y que tenemos infinidad de cosas para contar; unas reales, y otras, muchas, inventadas por esa mente activa que la, que nos domina. Ese mundo interior en el que hemos vivido.

Le muestro fotografías que he ido atesorando con el tiempo, se asombra con algunas, sonríe con otras y suspira apretando sus manos con otras más.

Ya no me mira con desgano: al parecer, la Patricia que somos le gusta un poco más. Se admira de los niños, se sorprende con los gatos y el perro, se asombra con el jardín. Sonríe abiertamente.

Ya, al final de la tarde, me abraza apretadamente mirándome a los ojos. Yo no quiero dejarla ir, pero ella ya fue; me habita.

Parece que se va... Pero se queda.

Nos amo infinitamente.

Yo... Las Patricias que fui y la que momentáneamente soy ahora.


 Patricia Lara Pachón

miércoles, 2 de abril de 2025

Atardeceres por encargo

Atardeceres por encargo 

















Un día mis hermanos y yo, dispuestos a reunirnos a pesar de la distancia nos pusimos la cita del amor fraterno. Cada uno prepararía su cóctel favorito y se instalaría mirando al ocaso. La charla con cada uno de sus amores cercanos sería necesaria pero la compañía de aquellos con los que compartimos la casa materna sería la principal. Al momento de ver la imagen del atardecer y con el corazón estrujado por las ausencias tomaría la primera foto e inmediatamente la compartiría con los demás.

Nos sentimos cercanos en el tiempo y en el espacio y cada una de nuestras vivencias de infancia bailó en cada nube, en cada arrebol, en cada susurro del viento.

Salud dijimos al unísono y nuestras manos obturaron otra imagen mejor.

Patricia Lara Pachón 


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Sensibilidades

Sensibilidades  Definitivamente ser una sensitiva es delicado en este mundo de espinas. La gente parece que viviera en una burbuja y al tene...