martes, 25 de octubre de 2022

Reflejos

 Por el rabillo del ojo veo en el espejo el reflejo de una mujer anciana, greñuda, ojerosa.

Me miró de frente y me detallo un poco más. Suelto el moño de pelo anudado en la coronilla de mi cabeza.
Me miro con crudeza y hasta con un tanto de crueldad.
Soy una mujer que se ama. Así que me detengo de nuevo y me observo mejor.
Toco con suavidad mis pómulos, mi barbilla. Miro  mis labios y me sonrío con el cariño de siempre.
Las arrugas que van poblando mis ojos se suavizan.
Me ducho. Lavo con suavidad mis cabellos, dejo que el agua y la espuma que me bañan se lleven la vejez incipiente.
Seco mi cuerpo con suavidad. Paso un cepillo por mis cabellos húmedos. 
Me miró con el rabillo del ojo primero y luego desplazo mi cabeza y me miro de frente. 
Sonrío.
De nuevo soy quien soy.

Patricia Lara P

Esperando la muerte

 Se sentó a esperar que la muerte llegara

La esperó con paciencia primero
Impacientemente después
Esperó y esperó y esperó tanto
Que la muerte pasó por su lado
Una vez y otra vez
Y una más
Sin verla siquiera
Ella
Aún 
Espera y desespera
Los años la cubrieron de ramas
De líquenes
De polvo
Hoy
Es una roca más al lado de un camino.

Patricia Lara P

jueves, 20 de octubre de 2022

Impresionante

Impresionante la forma en que nos vamos vaciando.

La piel antes tersa y llena de vida deja de contenerla, se despoja de ella. Y se convierte en un saco aún tibio que solo contiene huesos. Los colores también se marchan y los grises la habitan en gran profusión. Manchas y arrugas. En eso terminan todos los que logran vivir mucho. Tristemente, la sabiduría de los años también desaparece en algunos y solo las vivencias que más los marcaron se quedan causando tristezas y desencantos.
Pesimismo. No lo creo así. Yo le temo mucho a la vejez.

Patricia Lara Pachón

Gustavo, Laura

 


Hoy al regresar de hacer unas compras escucho a un hombre gritar mientras gira el rostro "Laura". Vuelvo la mirada y observo a una perrita correr hacia él. Yo sonrío y le comento al hombre que le tengo una tocaya en mi casa y continuo diciéndole que mi hija se llama así. Antes de que el hombre se sienta apenado yo le cuento que mi gato se llamaba Gustavo Adolfo. Bueno, lo curioso de la historia es que él señor me dice que él se llama Gustavo. 
Cómo es la vida de rara. Bueno ... Por supuesto él tampoco se molestó.
Yo;
Aquí contándoles bobada y media.
Patricia Lara Pachón.

El día a un no despierta

 

El día aún no despierta plenamente. Una suave bruma deambula por la calle solitaria. He tenido que sacar a pasear a Capitán y lo espero pacientemente a que marque y remarque la calle. De pronto, un grupo de individuos aparece en la esquina y avanza. Es un número relativamente grande de personas. Las cuento... Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, Díez, once, doce y trece. Hmmm es un número que no me gusta mucho. Aquello de los agüeros me desasosiega un tanto.  Vuelvo a contar y el mismo número es el resultado. Trece.

Empiezo a observarlos mejor mientras se me aproximan. Caminan lentamente y murmuran frases ininteligibles. Siento así como algo de temor y camino en el mismo sentido en el que vienen para alejarme de ellos. Notó, no con sorpresa que se detienen y nos observan.  Así que me veo obligada a desandar mis pasos pues mi casa es en frente de dónde ahora están parados ellos.
Los miro con temor, Capitán baja orejas y cola.
Bueno. No hay de otra. Camino hacia ellos por el andén derecho.
No dejo de mirarlos. Visten todos de negro. Sus ojos son  cuencos  oscuros que brillan con intensidad. La tez  blanca e iridiscente. Las manos igual de albas y con dedos largos ganchudos.
Se me eriza la piel, no deseo mirarlos pero tampoco quiero dejar de hacerlo. 
Un suave viento barre la bruma que antes se enseñoreaba en la calle. Y con el se van evaporando también los trece personajes.
No sé por qué se ocurre pensar que fue un paseo lúgubre de seres que se han ido. Que extrañan las gentes y el bullicio de las calles. Y que aprovechando octubre salen de sus tumbas a pasear un poco.
Hoy yo los vi. Mañana quizá alguien más los vea y me de la razón.  Los muertos ya son muchos, así que toman turnos para salir un rato y fingir que la vida aún los llena. Y éste mes... Es el más indicado.
Yo 
Patricia Lara Pachón 

Sueña

 Sueña


Sueña que todos se han ido y que, al fin sola, puede gozar de esta quietud. Sueña que duerme en la suave y tibia grama otoñal, disfrutando de la brisa que ya empieza a enfriar un poco.  Siente que una suave cosquilla le recorre el cuerpo y luego comienza a aguijonearle, como si le arrancaran la piel a pequeños pellizcos.  Sueña que flota levemente sobre la grama y se desplaza por encima de ella lenta y suavemente. Sueña que no sueña, que aquí, sobre el verdor de su frondoso jardín, un ejército de hormigas se da un festín con su cuerpo, que ya exhala su último hálito. Sueña que no sueña, que es el sopor del veneno de las hormigas y, en su sopor, alcanza a ver sobre su rostro a una que les familiar, cosa extraña porque -hasta ese momento- todas las hormigas le parecieron iguales. En ese instante de mutuo reconocimiento, la mente de Isis -una prolija jardinera que siempre odió y combatió a las hormigas que invadían y amenazaban su jardín- viaja al momento en que, hace dos meses, luego de inundar dos enormes hormigueros, sintió compasión y salvó del agua a la única de aquella masa rojinegra que, combativa, sobrevivió a sus múltiples intentos por sumergirla en el agua. -"¡Eres tú!"-, sueña que le dice.  Sueña, siente y piensa que la encontrarán dentro de dos días, despedazada a diminutos mordiscos, entre capachos, rosas y claveles, habitada y devorada por aquel ejército de hormigas.  -"Choque anafiláctico"- dirá el forense.  ¡Las hormigas!, gritan a coro las flores de su jardín, pero nadie puede oírlas, excepto el viento que juguetea y trae el zumbido de un enjambre de moscas que revolotea alrededor de las picaduras hinchadas y supurantes. Con una sonrisa torcida por el dolor y la ironía, Isis yace cerca del quicio del ventanal que da al jardín. Ya no sueña

B. Osiris Bocaney 

Seca, mustia y vacía

 No me había dado cuenta pero desde hace ya muchos días no logro escribir nada.

Estoy en una sequía tal que estoy absorta. Dedicada a ser nada.
Yo sé que hay momentos para todo, pero este instante en la historia. Este momento seco, lleno de vacío. No es bueno.
El caudal agotado destruye lo que antes era vida. Lo que antes vibraba ahora estático se reseca y se muere.
Horripilante imagen me posee.
Seca, mustia, vacía.

Patricia Lara P

Ella sin ser ella

 Ella siendo ella y sin ser ella. Estando allí estática sin estar realmente. Yaciendo en un rincón sin percibirse.

Ella invisible ante el mundo, ante ella. Objeto inanimado que a veces cobra vida un instante, y al siguiente no es ella, no es nada.
Ella. 

Patricia Lara P

Desconfiados

 


¿Nos hemos vuelto muy desconfiados? 
Les cuento. Salí a caminar como todos los días. Voy saludando aquí y allí con una gran sonrisa. Me cruzo a una pareja que pasea sendos perritos. De pronto el señor se voltea y me dice: "Señora. ¿Me hace un favor?". ¿Qué sería? Respondo. "Me recibe ésta botella de agua. Es que compré dos y vengo encartado con ellas". Me da pena,  no aceptarla. La tomo en mi mano y doy las gracias. Retomo mi camino pensando lo extraño de la situación. Hoy en día a uno le da miedo recibir alimentos de desconocidos. 
La botella está perfectamente cerrada. No sé ve en ella nada extraño. Pero... ¿Ustedes la beberían? Yo no. Ahora se la pondré a unas plantas.
Yo.

Patricia Lara P

domingo, 9 de octubre de 2022

Ella siendo ella

 Ella siendo ella y sin ser ella. Estando allí estática sin estar realmente. Yaciendo en un rincón sin percibirse.

Ella invisible ante el mundo, ante ella. Objeto inanimado que a veces cobra vida un instante, y al siguiente no es ella y no es nada.
Ella. 

Patricia Lara P

Yo

 


Me he lastimado mucho últimamente. Tengo pequeñas heridas, quemaduras y laceraciones en las manos. Morados minúsculos en las rodillas y un corte en un pie.
Hay épocas que somos propensos a los accidentes. 
Menos mal pequeños accidentes.
Feliz día. ¿Todos bien?
¿Todo bien?
Yo 
Patricia Lara Pachón

Zary Güeya

Les cuento. Porque contar es mi sino que hace unos días mi hijo dijo que había escuchado en la madrugada a un animal caminando en el techo (tercer piso).

Anoche pasadas las dos de la madrugada, mi hijo llegó a mi cuarto a decirme que había un bebé zarigüeya en la terraza. Subí a ver qué podíamos hacer para que no fuera atacado por los gatos. Luego de un rato subió por esa instalación eléctrica y lo perdimos de vista.
Regresamos a las camas intentando retomar el sueño y empezamos a sentir ruidos de nuevo. Ahí si, se rompió un vaso y oímos caminar de nuevo.
Subí y ya el bichito estaba en la cocina. Intentamos atraparlo pero con temor de ser mordidos debido a la rabia, que puede ser mortal.
Por fin salió y se metió entre las plantas. Ahí me dio susto un bajante ya que podría quedar atrapado. Le puse fruta y nos fuimos a dormir.
No dormimos mucho la verdad. Que precioso animalito. Ya lo quiero de mascota jajajajaja.
Feliz día.
Bendiciones.
Yo.
Patricia Lara Pachón

Mi tristeza

 Mi tristeza  Se dibujará sólo un instante en un brillo o en un oscurecimiento de mi mirada. De ahí en más. Si alguna vez acaso, se asoma po...