El Silencio
Decidió
sumergirse en sus pensamientos, huyendo de las miserias del mundo
exterior. Las primeras incursiones fueron de corta data, luego de más
duración, hasta que decidió nunca más volver. Así, Margueritte se quedó
sentada en el diván ubicado al fondo de su gran balcón, mirando a la
nada, con una eterna lágrima indecisa pugnando por suicidarse desde la
ventana de sus ojos. Nadie nota su ausencia - ni ella misma-, solo se
siente un extraño silencio que los llena de un "no sé qué" y enrarece el
ambiente.
B. Osiris B
Mija, Patricia, ahí le dejo. Disculpe lo poco y lo esporádico.
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