lunes, 11 de enero de 2016

No lloro



No lloro
No lloro, no porque no tenga o no haya tenido motivos para hacerlo,  o yo no quiera exactamente no tener lágrimas.   O no es que yo no deseara -necesitara-  en algún momento de la vida hacerlo, o mis lagrimales no funcionaran adecuadamente.   A mí me educaron sin lágrimas.  Me dijeron que por el hecho de llorar el muerto no reviviría, el año no se perdería, el daño se solucionaría.  Por el contrario, las lágrimas nada solucionan.  (Me enseñaron eso sí, a encontrar soluciones).  Me indujeron a no conseguir nada por lástima.  A no arrepentirme de las cosas con llantos  (me pidieron -exigieron- actuar adecuadamente para no tener que llorar lágrimas ¿de sangre? por lo que hice o dejé de hacer.  Me explicaron además que llorar me ponía fea y es cierto.  Los ojos se hinchan, la cara se inflama y eso solo al momento mismo de llorar.  Si el llanto es contante la cara se transforma, la boca adquiere un rictus de dolor difícil de disimular, e incluso el cuerpo se contrae y se ve marchito.
Pero, debo hacer eso si una aclaración.   Que no llore, no significa que no sienta.  Que no me duela yo, que no me duela el mundo que me rodea, que no me duelan los otros.
Soy amiga de mis amigos hasta tanto ellos quieran serlo -de por vida sería mi elección-  pero yo  les doy la posibilidad de elegirme.  Si no lo hacen yo tampoco los elijo.  Porque la amistad e incluso el amor deben ser recíprocos y solidarios.
Patricia Lara P.

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