sábado, 6 de octubre de 2012

Cordonazo



Llora hasta que, lánguida, su última lágrima la abandona. 
Y se siente sola hasta que, de pronto, 
por uno de esos avatares climatológicos,
siente caer nuevas gotas, 
diferentes, renovadoras,
a su alrededor. 
Y, en su necesidad de sentir consuelo, 
imagina, anhela, cree…
y ve su soledad acompañada por aquel llanto celestial, 
aquel baño sanador. 
Y llora, 
nuevamente, 
en la compañía solidaria de la Madre Tierra. 
Llora a raudales… 
Llora y, en cada trueno, un grito de dolor, 
en cara rayo un recuerdo, 
se van sucediendo uno tras otro en esa tormenta desenfrenada. 
Pero no está sola, 
es tan buena su Madre, 
que llora, gime, recuerda, con ella. 
Son miles las gotas, 
muchas las lágrimas, 
grande la tristeza. 
Aún llueve dentro 
y fuera, 
pero madre e hija saben 
que luego ha de llegar la calma,
que no es consuelo, 
pero que ya es algo.
Nunca fue más oportuno
el Cordonazo de San Francisco."

B. Osiris B.

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