Me fui a dormir como siempre.
Antes en tierras menos frías dormía de batica, hoy en estas tierras
congeladas, yertas uso pantalón largo y camiseta de algodón preferiblemente de
manga larga y además medias para mantener las paticas un tanto más calientes.
Veo televisión un rato y luego me volteo, me recojo en mi misma, paso mi
brazo bajo mi cabeza cual gatica y cobijo mi oreja para calentarla al mismo
tiempo que la nariz. Ahí plácidamente me voy durmiendo y luego el
silencio, la oscuridad, el sueño casi como la muerte.
Me despierto y esta todo más oscuro
que lo normal. Lo normal es ver el
cuarto, apreciar las cosas que cotidianamente me rodean. Esta noche
no. Oscuridad total. Me asusto y me levanto de la cama tanteando un poco pero reconociendo
mis espacios me doy cuenta que no llevo la ropa que usaba al irme a la cama.
Buscó las sandalias para esquivar el frío piso y no las encuentro;
sorprendentemente tampoco llevo puestas las medias con las que me fui a dormir.
Hmmmmmm. Abrazo mis brazos fríos, toco mi cara helada y me desplazo
por lo que creo que es mi habitación. Voy al baño y no logro encontrarlo
-estoy terriblemente asustada, desubicada-. Intento salir del cuarto y
sorprendentemente lo que antes era un estar entre alcobas ahora es una escalera
que baja... seguramente al comedor y luego a la cocina. Normalmente son 12
peldaños pero ahora bajo y bajo y sigo bajando sin llegar a ningún lugar.
Empiezo a sentir calor y sudo un poco, escucho susurros y arrastrar de
pies y yo sigo bajando. Allá a lo lejos veo una luz roja o un fuego que
ilumina... me pregunto quién encendió la chimenea pero siento al mismo tiempo
que ya no estoy en mi casa. Sigo bajando y escucho más claramente
quejidos, gemidos de dolor o de pena y ya no arrastrar de pies sino más bien de
cadenas. ¡Hijuemadre! Me morí dormida y de patas y manos fui a
parar a la paila mocha. ¡Y yo que pensaba que había sido muy buena! ¡No
pues! Ahora tendré que quemarme entera en ese fuego que veo al final del
camino o de las escaleras mejor. Pienso en parar y ya no caminar más
hacia el castigo eterno. ¡Ni boba que fuera! Pero luego lo pienso
mejor y digo que "al mal paso hay que andarlo pronto" Pero...
¿La eternidad es larga? ¿Cuánto durará la eternidad? Hmmmmmmm. Ahí
estoy yo; parada imaginando tortura tras tortura y pena tras pena cuando de
pronto una luz aparece sobre mi cabeza y zas rauda y veloz voy a dar al cielo.
¡Uy, y casi que en cuerpo y alma carajo! Ya me veo yo flotando entre las
nubes, sonriéndole a san Pedro, a los ángeles y los arcángeles, a la virgen
María y acunando en mis brazos al niño divino.
Me veo con alas blancas, repolludas y esponjosas, además con aureola
dorada y que tal.
No sé si quiero ser santa o ángel
pero ambas cosas juntas las dos me atraen. ¿Me dejaran escoger? Siento
que me empujan suavemente y hablo saludando por supuesto. No dirán que
soy maleducada, ¡no señor! Escucho que se ríen y me enojo un poco. Yo me pregunto cómo es posible que en el
cielo se burlen de uno... voy a empezar a discutir cuando siento de nuevo que
me empujan y se ríen. Abro los ojos y veo
a mi esposo que se quiebra de la risa y a mandíbula batiente me señala diciéndome:
“Santa o ángel”
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