¡Oh Dios mío!
Siento mariposas en mi estómago
no una ni dos
son un montón.
Vuelan,
Revolotean,
acarician sus alas
y se besan.
¡Por Dios santo!
Una parvada de aves
aletea feliz
aquí en mi pecho
en mi abdomen,
en mi vientre,
en mi ser.
Mi sangre rauda
corre por mis venas
me acalora,
me ahoga,
me asfixia.
Vienes tú hacia mí
y yo te siento,
te presiento,
te intuyo,
te deseo.
¡Ave María purísima!
Estas tú aquí
te siento en mí...
cierro los ojos
y enloquezco.
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