La vio por primera
vez mientras ella dormía en ese cuarto de hospital. Quedó prendado de
ella al instante y empezó a soñar con el momento en que por fin
despertara. Quería estar a su lado. Quería ser el primer rostro que
ella viera y como en el cuento de hadas ella se prendara para siempre de él.
La visitaba hoy y mañana y el día siguiente y... nada.
Uno entre tantos muchos, se le ocurrió pensar que si la besaba; lograría despertarla enamorada. Así que se oculto en el baño y cuando no había nadie, se acercó sigiloso; asustado, y la miró aún más enamorado. Fue en ese mismo instante en que la beso; primero en la frente y al no suceder nada luego la besó en los labios.
Nada paso. Nada. Así que la beso más y más y finalmente ya casi ardiendo en su propia pasión, la tomo entre sus brazos y la hizo suya. Nada paso. Nada.
Transcurrió el tiempo y siguió visitando a su amada sin perder la fe ni la pasión y mucho menos la esperanza de que por fin despertara perdidamente enamorada. Un día vio como la vida se apoderaba en sus mejillas. En su cuerpo creciente.
Buscaron los doctores la causa y al "culpable".
La bella durmiente albergaba una vida nueva. Una que abriría los ojos y sonriente crecería.
Ya al momento del parto. Nuestra bella durmiente despertó gimiendo y maldiciendo al culpable.
El amor no brillo en sus ojos. Y sus labios no sonrieron al reconocerlo.
Hoy, este príncipe azul un poco desteñido esta en prisión. Ni las gracias le dieron por haber logrado que la bella durmiente despertara del letargo aquel en el que se encontraba.
La visitaba hoy y mañana y el día siguiente y... nada.
Uno entre tantos muchos, se le ocurrió pensar que si la besaba; lograría despertarla enamorada. Así que se oculto en el baño y cuando no había nadie, se acercó sigiloso; asustado, y la miró aún más enamorado. Fue en ese mismo instante en que la beso; primero en la frente y al no suceder nada luego la besó en los labios.
Nada paso. Nada. Así que la beso más y más y finalmente ya casi ardiendo en su propia pasión, la tomo entre sus brazos y la hizo suya. Nada paso. Nada.
Transcurrió el tiempo y siguió visitando a su amada sin perder la fe ni la pasión y mucho menos la esperanza de que por fin despertara perdidamente enamorada. Un día vio como la vida se apoderaba en sus mejillas. En su cuerpo creciente.
Buscaron los doctores la causa y al "culpable".
La bella durmiente albergaba una vida nueva. Una que abriría los ojos y sonriente crecería.
Ya al momento del parto. Nuestra bella durmiente despertó gimiendo y maldiciendo al culpable.
El amor no brillo en sus ojos. Y sus labios no sonrieron al reconocerlo.
Hoy, este príncipe azul un poco desteñido esta en prisión. Ni las gracias le dieron por haber logrado que la bella durmiente despertara del letargo aquel en el que se encontraba.
Patricia Lara P.
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