Ella no me quería.
En su sano juicio, jamás me quiso.
Ella aprendió a quererme,
cuando el olvido la fue arrinconando,
cuando los rostros más queridos
En su sano juicio, jamás me quiso.
Ella aprendió a quererme,
cuando el olvido la fue arrinconando,
cuando los rostros más queridos
se le difuminaron
en la mente.
Y aquel que más frecuentemente veía era el mío.
Ella se convirtió en mi hija y yo en su madre.
Los recuerdos de siempre, de su mente se borraron.
El mío como recuerdo nuevo floreció
y ella al final de todo aprendió a quererme.
Y aquel que más frecuentemente veía era el mío.
Ella se convirtió en mi hija y yo en su madre.
Los recuerdos de siempre, de su mente se borraron.
El mío como recuerdo nuevo floreció
y ella al final de todo aprendió a quererme.
Patricia Lara P.
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