domingo, 16 de marzo de 2014

Añoranzas




Y me sorprendo hablando sola.  No sola en realidad.  Pues yo hablo a cada rato con mis muertos.  Cada día son más los que se unen a ese grupo, y por lo tanto y todo; el grupo de los vivos se reduce.
"¿Si ves pues Lu… las cosas que hago ahora?"  Ella no me responde.  ¡A Dios gracias!  Me moriría de miedo si un día me contestara.
O me digo también: "¿Doña Leo; usted cree que yo me merezco esto?"  O  "Abuelita María, yo quiero que sea usted quien me venga a buscar y me lleve en sus brazos a esa casa tan limpia y tan blanca que sé que nos prepara"
O le digo; "Papá cuídeme ahora, ya que cuando uste' estuvo no lo hizo muy bien"  (A él lo recrimino casi siempre)
Con los años la vida se va despoblando de vida y repoblando de muerte.  Gente muy querida, algo querida y hasta poco o nada querida se va de la vida, y se queda en los recuerdos.  Y uno termina entonces, haciéndoles la charla.  Hablándoles con más frecuencia aun que si estuvieran vivos, o  cuando lo estuvieron. 
No creo que sea locura, ni siquiera siento que sea por soledad... más bien son añoranzas.
Patricia Lara P.

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