Una de esas historias que nos
contaban las hermanas Adoratrices cuando fungiendo de madres nos educaban a mí
y a otra gran cantidad de chicas. Gracias Hermanas.
Contaban hace años que trabajaba en el convento un
hombre al que le gustaba mirar por las hendijas o las cerraduras de las puertas
a las alumnas e incluso a las monjas cuando se duchaban o cuando se cambiaban
para ir a dormir o iniciar las labores diarias. Este hombre sufría de una
enfermedad que comúnmente se llama voyerismo. (Mirón por
decirlo más claro aun)
Conocedoras las alumnas ya más modernas de las
actividades "adicionales" que realizaba el hombrecillo.
Decidieron burlarse un poco de él y llevándolo a un cuarto solo;
procedieron entonces a quitarse las blusas dejando al descubierto sus bustos.
Al ver esto el empleadillo y en vista que de observar todo de frente no
era lo que el más apreciaba ni satisfacía; procedió a desabotonar su propia
camisa y mirando por el ojal de esta dijo: “¡Eh hombre! ... yo esto no me lo
pierdo".
¿Puede ser esta una “enfermedad” inofensiva acaso?
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