sábado, 9 de enero de 2016

Vermífugo nacional o Quenopodio



Vermífugo nacional o Quenopodio

Apenas empezó a sentir en el abdomen el loco revolotear de mariposas.  Ella.  Previsiva siempre, se tomó el purgante infalible de la abuela.  Es que al perro sólo lo capan una vez y ella ya sabía lo que pasaba.
Las benditas mariposas siempre terminan siendo expulsadas, o por ser correspondido el amor y acabarse.  Como todo acaba.  O al no serlo y morir en el intento.


Patricia Lara P

sábado, 2 de enero de 2016

Reconstruyéndome



Reconstruyéndome

Hoy ha sido como iniciar de nuevo.

Después de concientizarme de mi misma, valga la redundancia.  Me di a la tarea de empezar a reconstruirme.  Y noté con preocupación y hasta con algo de sorpresa que fui dejando partes de mí en sitios y en personas que o no valieron la pena o que no supieron tratar adecuadamente mi esencia.  A lo mejor no pudieron entenderla y al no hacerlo, la dejaron de lado; olvidada en un rincón.
Así que como un condenado a muerte (jajajajaja) he ido desandando caminos.  Y he ido recogiendo de aquí y allí partes de mí.  De mi forma de ser, de mi sentido de la vida, de mi forma personal de verla y de entenderla, del amor a los cercanos, -cercanos del alma-.
En esa reconstrucción he descubierto cosas por mi olvidadas.  Y es que en pos casi siempre de los otros, uno se olvida  a veces de uno mismo.
Hace años me di cuenta que si no me quería a mí misma nadie lograría encontrar motivos para quererme.  Y hoy estoy retomando esa enseñanza que a veces por dolorosa que sea de aprender se va dejando de lado por variados motivos.
Así que el proceso puede ser largo, o corto.  Pero el camino se empieza a recorrer de nuevo.
Patricia Lara P.

Reflexión



Las palabras

Toda la vida pensé que uno debía callar las situaciones o cosas que les podían hacer daño a las personas que queremos. Porque son cercanas a nosotros, porque viven con nosotros y debemos ser solidarios con ellas.   Así que durante años tuve cosas embuchadas, guardadas.  Cosas que temerosa yo de decirlas me las guardé sin quererlas olvidar por supuesto.  Y es que le tengo temor al olvido.  Las guardé en mi corazón para no hacerles daño a otros y mientras tanto esas cosas me iban carcomiendo el alma y me iban haciendo daño a mí… me iban carcomiendo por dentro de la peor manera posible.
Sé que soy rencorosa.  Crecí en un hogar disfuncional y eso me ha afectado la vida entera.  No soy envidiosa, eso no.  Me alegro con las cosas buenas que le pasan a la gente, independiente de que sea gente buena, regular o mala. Pero siempre he sentido que el que me la hace la debe pagar y entonces cuando no necesariamente hacen algo contra mí sino contra uno de los míos la cosa se vuelve personal porque soy amiga de mis amigos.  Aun cuando con el correr del tiempo me entere que no necesariamente a quien yo considero amigo lo es de mí.  Y claro, mi familia y aquellos a quienes quiero  la defiendo con uñas y con dientes.
Bueno, lo cierto del caso es que mi cuento va a qué me di cuenta.  Estrellándome por cierto contra un muro.  Que uno no se debe guardar nada.  Que las palabras por duras que sean hay que decirlas.  Que uno no sabe si efectivamente eso que uno se guarda si le puede o no;  hacer daño al otro.  Porque en el corazón de cada uno solo está cada uno.  Y lo peor… uno no es el mismo siempre.
Las palabras hay que decirlas porque liberan.  Si.  Las palabras lo atan a uno y lo van hundiendo en las penumbras y en el dolor. O lo hacen ver la luz y mirar la vida y a las gentes de otras muchas y variadas maneras.
No digo mentiras.  Siempre hablo con la verdad.  Pero si he callado muchas cosas por no hacer daño.  ¡Tonta yo! De ahora en más seré una fuente.  Una fuente de la que brote mi liberación.  Mi alma necesita sanarse y por fin me di cuenta.  Hasta ahora me doy cuenta.
Patricia Lara P.

Fuera de contexto

  Hay muchas cosas que uno dice que se pueden sacar de contexto. Me gusta, prefiero pensar que la gente no es mala, que la malinterpretamos....