No lo comprendo
No lo entiendo, juro por Dios que no logro entenderlo. Hace unos días me desperté sobresaltada. Tenía opresión en el pecho, el corazón a mil, la piel la tenía helada y algo así como babosa, resbalosa. Lo importante no es eso, lo verdaderamente importante es que desde ese momento no encontré a mi familia en la casa. Al parecer todos habían salido, pero no se llevaron sus objetos personales. Todo estaba allí. Las ropas, sus camas deshechas como siempre, los platos y vasos sobre la mesa del comedor, las ollas con comida en la estufa, etc. Miré por la ventana y no se veía ni un alma, el silencio era total, no se veía vehículo alguno tampoco. El silencio lo cubría todo.
Era cierto que el barrio siempre era muy silencioso. Pero lo que sucedía ahora era peor; salí, caminé por las calles, como lo hacía al pasear a Capitán y nada. Ni un alma. Regresé a mi casa, limpié todo, tendí camas, lavé la loza, vi televisión un rato, tejí y cansada y aburrida me dormí.
Me desperté igual que el día anterior, las cosas en desorden, la casa sola, las calles calladas. Todo igual; caminé, limpié, hice algunas cosas, me dormí agotada. Aún deambuló de aquí para allá... Buscándolos.
Patricia Lara Pachón
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