El vecino de al lado
Lo
conocí hace ya varios años. Era una persona triste, huraña. Hacia un
tiempo había perdido a su esposa y creo yo; el hombre no se
encontraba. Tenía una hija y una empleada y ellas también se veían mal, tristes y preocupadas siempre.
Yo, me fui de la casa y casi fue un alivio no volverlo a ver, pues ponía problema por todo. Casi daba miedo hacer algún ruido o reforma en la casa pues era absolutamente seguro él no tardaría en llegar con sus reproches y quejas.
Hace dos años regresé a mi casa y el vecino de al lado, había tenido un cambio sorprendente. Sonreía al vernos y nos saludaba.
Además, después
empecé a observar -casi nunca miro detrás de las ventanas o el balcón-,
pero comencé a notar que a veces una señora lo acompañaba.
Hará
menos de una semana, que él se interesó en mi negocio y preguntó. Lo
invité a entrar, le hablé del producto y compró -para ensayar-. Unos
días después, quiso hablar con el creador del agua con nanoburbujas de
oxígeno. Así que los puse en contacto. Hablaron un buen rato y luego,
como quien no quiere la cosa contó que está viviendo con la señora.
Me
dio una alegría grande y sentí que todo el mundo debería estar
enamorado. Y que cada quien que encuentre el amor lo debería cuidar
como su mejor posesión.
El amor lo tiene feliz, sonriente, con ganas de integrarse, de hablar, de mostrarle al mundo lo feliz que es.
Dios bendiga el amor de mi vecino. Dios debería derramar más amor en el mundo.
Patricia Lara P
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