Y cayeron, una a una,
las palabras
que desnudaron
la impensable mezquindad de un ser
humano.
Y rodaron, lentamente,
por el cariz de tu miseria humana,
esfumándose en la bruma
de tu verbo incongruente.
Y caíste lejos de la verdad,
junto a tu verborrea irregular,
de rodillas,
a las puertas de ese infierno
decidiste edificar para tu ego
triste.
Y sollozos apagados en tus ojos
enardecidos
inundaron esa personalidad
tan carente de afecto
y tan necesitada de mí.
B. Osiris B.
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