miércoles, 13 de enero de 2010

Herederos

Mis músculos se tensaron al máximo, mi peor pesadilla se hacía realidad. Me encontraba acostada en una caja rectangular, apenas si lograba poner mis manos en el pecho y respirar con gran dificultad.
No comprendía nada, lo último que recuerdo es haberme retirado a dormir ¿Me habrían enterrado viva? Pensé que aún no era tarde pues se filtraba luz por las rendijas, quise gritar pero algo apretaba fuertemente mi mandíbula, intenté alcanzar la atadura con mis manos pero no logré moverlas ni un ápice. De pronto, sentí cerrarse una puerta y noté un penetrante olor a humo y combustible. El calor se hacia insoportable y luego mi piel empezó a burbujear y achicharrarse.

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