sábado, 1 de noviembre de 2025

Cristal rajado

 Cristal rajado 


Una ventana grande, grande, vidrios empañados por la mugre de años. Grasa, sudor, agua, sal, polvo; todo tan empegotado que apenas sí deja vislumbrar el interior o el exterior. Y él con una como bruma en la cabeza, con pensamientos incipientes que apenas si mueren al nacer. Un niño de dos años, a veces. Y otras un anciano con Alzheimer terminal. Babeando y balbuceando siempre, constantemente, incoherencias todas. Y esa mente que pudo ser brillante se rompió tan de golpe, que nadie se enteró, ni él siquiera. Absurdo, absurdo todo. Absurdo hasta el final, el final de los días. ¿Qué días? ¿Cuáles días? Cristal rajado.

Patricia Lara Pachón 

 >^-^<

Martín y Javier

 Martin y Javier 


Ellos eran hermanos gemelos, idénticos. Vivían en la casa de al lado de la de Octavio. Tenían la misma edad que él y hacían exactamente las mismas cosas. Pudieron pero no; no fueron los mejores amigos de Octavio el Octavo; apenas si lograron ser vecinos;  y eso.
Un dia, la gente se fue arremolinando frente a su casa debido a los horripilantes gritos de la madre.  Primero fueron unos chillidos y luego fue como un aullido de loba a la cual le han arrancado sus cachorros. Y eso era al parecer lo que había sucedido. Al abrir la puerta de la habitación de sus hijos se había encontrado con una escena horripilante. En la cama de cada criatura solo se veía un amasijo de sangre y de órganos. No sé entendía lo que era aquella informe masa.
Debido a los gritos llegaron primero los vecinos, Octavio vio con horror lo que había sucedido a sus vecinos.  Aún ahora a pesar de vivir en la calle ochenta y ocho no logra entender lo que que las mismas  autoridades aun no dilucidan. 
Los muchachos aun jovencitos habían tenido la noche anterior una tremenda discusión con sus padres y estos los habían enviado a su cuarto sin cenar. Empezaron entonces a culparse con palabras, palabras crueles y descripciones terribles de lo que se deseaban hacer el uno al otro. Nunca a pesar de ser idénticos se habían podido querer. El uno se sentía enemigo del otro y viceversa. Así que empezaron a herirse mutuamente. Cada palabra lanzada causaba una herida en el que la recibía. Cada vez eran peores y sin darse cuenta. Quizá por la adrenalina apenas si se percataban de que esos cortes superficiales primero se volvieron profundos y mortales.
Las masas sanguinolentas que encontraron sobre sus camas y que no tenían explicación habían sido ocasionadas por ellos mismos. Ellos que aún en  el último momento ignoraron los poderes que tenían.

Patricia Lara Pachón 

 >^-^<

Andariegas

 Andariegas


Caminan raudamente, van para donde van y sólo ellas lo saben. O no lo saben, quizá sólo lo intuyen.
No sé si olfatean, palpan o ven; pero caminan rápido o corren. Yo que sé...
Ellas buscan aquí y allí quizá comida o insumos para el nido. Hacer ejercicio per sé, no creo que sea. Cuidar el corazón haciendo cardio jajajaja.
Las hormigas hacen parte importante de mi historia, y a veces las amo y otras las detesto.
Papá le pidió a mamá un poco de agua, ella le dio limonada con hormigas... El azúcar estaba lleno de ellas. Él se tomó la bebida mientras la observaba. Ella tampoco dejo de mirarlo mientras se subía al camión cargado de carbón y se alejaba prometiendo volver.  Y volvió tanto que fuimos siete pelaitos Lara Pachón.

Patricia Lara Pachón 


 >^-^<

Jaiku Llueve

 Llueve


Llueve dorado y rosa
El viento lo acaricia
El guayacan se mece.

Patricia Lara Pachón 



 >^-^<

Don perro

 Don perro


Kaiser camina curioso por la calle ochenta y ocho, olfatea aquí y allí y recibe de los Octavios, bocados que disfruta con deleite.  Entra en una casa y en la otra y en todas ellas, es recibido con cariño, le dan palmaditas en la espalda y le sonríen con aprobación. Duerme dónde le provoca y al despertar encuentra algún obsequio de comida deliciosa o algún objeto para su disfrute y juegos.  Es el único perro de la calle y añora a ratos  a las perritas que antaño olfateaba para ver si estaban en calor y por fin dejarles la semilla de su descendencia. Recuerda que un par de ellas tuvieron cachorros igualitos a él.  Como buen perro luego de unos días se olvidaba de ellas, pero jamás de ellos.
Empezó a pedir en sus sueños que una perrita también llegara para compartir las horas apacibles en la calle ochenta y ocho, pero nunca desea irse de allí. Pues es feliz en esa tranquilidad que emanan los miembros de esa comunidad. 

Patricia Lara Pachón 




 >^-^<

Cristal rajado

  Cristal rajado  Una ventana grande, grande, vidrios empañados por la mugre de años. Grasa, sudor, agua, sal, polvo; todo tan empegotado qu...