sábado, 1 de noviembre de 2025

Martín y Javier

 Martin y Javier 


Ellos eran hermanos gemelos, idénticos. Vivían en la casa de al lado de la de Octavio. Tenían la misma edad que él y hacían exactamente las mismas cosas. Pudieron pero no; no fueron los mejores amigos de Octavio el Octavo; apenas si lograron ser vecinos;  y eso.
Un dia, la gente se fue arremolinando frente a su casa debido a los horripilantes gritos de la madre.  Primero fueron unos chillidos y luego fue como un aullido de loba a la cual le han arrancado sus cachorros. Y eso era al parecer lo que había sucedido. Al abrir la puerta de la habitación de sus hijos se había encontrado con una escena horripilante. En la cama de cada criatura solo se veía un amasijo de sangre y de órganos. No sé entendía lo que era aquella informe masa.
Debido a los gritos llegaron primero los vecinos, Octavio vio con horror lo que había sucedido a sus vecinos.  Aún ahora a pesar de vivir en la calle ochenta y ocho no logra entender lo que que las mismas  autoridades aun no dilucidan. 
Los muchachos aun jovencitos habían tenido la noche anterior una tremenda discusión con sus padres y estos los habían enviado a su cuarto sin cenar. Empezaron entonces a culparse con palabras, palabras crueles y descripciones terribles de lo que se deseaban hacer el uno al otro. Nunca a pesar de ser idénticos se habían podido querer. El uno se sentía enemigo del otro y viceversa. Así que empezaron a herirse mutuamente. Cada palabra lanzada causaba una herida en el que la recibía. Cada vez eran peores y sin darse cuenta. Quizá por la adrenalina apenas si se percataban de que esos cortes superficiales primero se volvieron profundos y mortales.
Las masas sanguinolentas que encontraron sobre sus camas y que no tenían explicación habían sido ocasionadas por ellos mismos. Ellos que aún en  el último momento ignoraron los poderes que tenían.

Patricia Lara Pachón 

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