Desnudita
No era que viviera en una colonia nudista. Pero ella, no soportaba ninguna prenda encima de su adorable piel de alabastro. Cualquier roce le hacia un daño imposible de soportar. Ella con su candida actitud permanecía encerrada en su casa. Dormía en una bañera acondicionada adecuadamente para que tuviera una temperatura estable y miles de postes de aceites y fragantes esencias.
Un día y obligada por las circunstancias se vio obligada a salir de su "reclusión" y vistiendo bello sombrero rojo de alas muy anchas se fue a la calle.
Las gentes no podían dejar de verla. Era una aparición gloriosa. Resplandecía toda. Nadie se atrevió a decirle nada, nadie osó quitarle la mirada del rostro. Ella, se sintió adorada y respetada. Desde aquel día, todos los miércoles a las cuatro de la tarde nuestra querida aparición salía a enamorar a todas las gentes del pueblo.
Su historia empezó a recorrer caminos y muchos curiosos llegaron a conocerla y a adorarla.
Patricia Lara Pachón
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