miércoles, 4 de diciembre de 2019

Ignorante


Hoy caminando como casi todos los días me cruzo con una amiga de una amiga.  Con ganas de hablar la señora me pregunta por la amiga mutua. Le respondo rápido y sigo a mi paso. La dama en cuestión se pone a mi lado y al parecer quiere hablar, le gusta hablar de política.  Tema que a mí poco o nada me gusta.  Mientras ella expone sus razones yo callo.  La escucho con disgusto pero no digo nada.  Llega el momento en que cansada yo le respondo a pesar de que en realidad no estoy plenamente de acuerdo con lo que le digo y sólo por quitarmela de encima que yo votaría de nuevo por Álvaro Uribe.  Ella me responde airadamente que soy una ignorante.  Palabra que repitió una y otra vez sin cansarse de decirlo.  Añadiendo que por él sólo votan los ricos.  Yo mirándola con mucha ira repliqué "yo soy rica.  Muy rica.  Nada más míreme usted".  Ella me vio con asombro y repreguntó.  ¿Usted es rica? Y le respondí que sí.  Que la pobreza está en la mente y en las pocas ganas de hacer algo para salir de ella.  Que hay que trabajar para lograr lo que se quiere sin esperar nada de nadie y que ese cuento de la suerte también está mandado a recoger.  Hay gentes que se han ganado una buena cifra en la lotería o en herencias y aún así perdieron todo y aún hoy viven en la ruina.
Solo trabajando se logra lo que se quiere. Y sí soy rica... Muy rica.  (Ojalá nunca me la vuelva a encontrar en mi camino pues creo que si me vuelve a decir ignorante sólo por no pensar como ella; yo la voy a llamar bruta y no exactamente por lo mismo.)


Patricia Lara P

domingo, 1 de diciembre de 2019

Y finalmente...

Y finalmente...

El cielo se oscureció y empezaron a llover fantasmas.  Las  almas de todos aquellos que alguna vez poblaron el mundo.  Tantos que era imposible que no empezaran a haber montañas de espíritus.  Curiosamente eran pesadas y las de abajo no podían sacudirse las de arriba.  Así que al ser aplastadas; destilaban, supuraban una materia horrenda, de un olor nauseabundo que fue penetrando la tierra, contaminándola.
Los pocos seres vivos que sobrevivieron a la hecatombe lo único que deseaban era una muerte rápida.  Se veía que la sobrevivencia era imposible dadas las circunstancias.
Sentarse a esperar sin la menor esperanza era el futuro cercano y eso fue lo que hicieron.
Sus cuerpos paulatina e inexorablemente se fueron vaciando de vida.  Sus ojos inexpresivos veían sin ver y sus manos desesperadas apretaban con fruición la nada.
Así los encontró la muerte, cálida y comprensiva.



Patricia Lara P

Mi tristeza

 Mi tristeza  Se dibujará sólo un instante en un brillo o en un oscurecimiento de mi mirada. De ahí en más. Si alguna vez acaso, se asoma po...