miércoles, 30 de abril de 2025

La calle ocho

 

La calle ocho ♾️ 

Era una calle larga, empedrada con milimétrica alineación. Cada roca había sido dispuesta con suma elegancia. Cada una de ellas parecía haber pasado por metro y báscula. Esta recta calle era absolutamente impresionante. Limpia, ni una hoja en ella se veía ni a metros de distancia. Y ni hablar de  las casas de la misma forma y color, las puertas y ventanas idénticas, las plantas colgando de los barandales exactamente iguales; ni una hoja más ni una menos y todas con sus verdes follajes identicos.  Ochenta y ocho casas blancas, con puertas y ventanas pintadas de rojo. Un único bombillo en cada una iluminaba casi siniestramente la casa, la calle.
Adentro de cada una de ellas y dispuestas de igual manera había una sala, con un mismo sofa, dos sillas, dos mesas, un tapete. Dos cuartos con sus camas iguales, dos baúles dispuestos a lado y lado de las camas como mesas de luz, un candelabro con sendas velas gastadas hasta el mismo sitio, cada uno con una gota de parafina ensuciándolos. Colcha tejida de mil colores y cojines a juego.  Un baño limpio en medio de los cuartos. Una pequeña cocina con estufa y dos ollas cocinando algo indescifrable pero de delicioso aroma, dos platos, dos vasos con cubiertos y servilletas blancas bordadas con primor dispuestas sobre la barra.
Todo, absolutamente todo igual en las ochenta y ocho casas. Y ni hablar de lo que había atrás de ellas; cada una tenía en su patio trasero, un pequeño bosque, tan pequeño era que los árboles crecian enmarañados pero exactamente identicos. Y después de ellos la nada. No era una muralla, ni un foso, ni un rio cristalino o turbio. Nada. Y daba la impresión que la nada se acercaba, que iba a ir comprimiendo aquello que rodeaba. Una sensación de opresión era lo que se sentía.
...

Patricia Lara Pachón 

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Tercera vez

 

Tercera vez


Jajajaja se rie la chica sentada en frente, mientras la otra cae como en camara lenta.

Yo me asusto, me acerco y le pregunto si está bien, si se lastimó de algún modo. La observo con preocupación. Ahora las veo a las dos reír a carcajadas, apenas si contienen la risa. Tercera vez que me pasa... Tercera silla que rompo.


Patricia Lara Pachón 


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Estropeadita

 Estropeadita 

La hallaron algo así como "estropeadita", al parecer había resbalado en el lodo que había cubierto el camino después de las fuertes lluvias de la noche anterior... de la semana pasada. Ella parecía una muñeca de trapo arrojada en el camino. Despatarrada era la palabra que mejor definía su triste posición. Miraba fijamente al cielo, un rictus de dolor se le había apoderado de los morados labios. La lengua se asomaba tímidamente por las comisuras de estos. Las personas la miraban con tristeza unas, con dolor las otras y no faltaba uno que otro que abiertamente se reía. De pronto, un quejido leve al principio empezó a provenir de la triste figura, el cual se hizo cada vez más audible. La mujer parpadeó, y empezó unos leves movimientos al principio. De pronto, se levantó de un salto que hizo espantar a toda la audiencia. Mirándolos asombrada primero y muertas de risa después; partió. 


Patricia Lara Pachón 


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domingo, 20 de abril de 2025

A Julio Cortázar



Medellín 12 abril 2025
A Julio...
Cortázar 
Querido mío, debo admitir con sinceridad que Rayuela no fue lo que me atrajo de ti. Tus cartas y cuentos maravillosos, tu esencia magnífica, tu apariencia lejana y esquiva pero cercana finalmente; eso, eso fue lo que me encantó.  Ir descubriendo a un hombre revestido de letras, con paisajes incrustados en ellas, con amores y desamores, con encantos y desencantos. Descubrir en tus escritos al amigo, a las musas con las que abiertamente coqueteabas. Leer esas frases mágicas, magníficas y desear un día escribir en mi estilo cosas que a otros también interesaran, que desearan leer y que quisieran guardar también en sus corazones.
Querido Julio, descubrir que eres humano pero inmortal en tus libros me hace envidiarte.
Disfruta el cielo.

Patricia 



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Las fechas

 

Las fechas


Tengo una enorme dificultad para recordar fechas, cuando he requerido decir en que año nacieron mis hijos me toca recordar cuantos años tienen y hacer la resta; a pesar de eso, me he equivocado muchas veces al dar esa información.

Sufrí mucho las clases de historia por lo mismo.

Y hoy por hoy agradezco los recuerdos del Facebook ya que puedo felicitar cumpleañeros y otras cosas mayores y menores.

No sé si eso le sucede a muchas personas, pero las fechas no son lo mío.

A veces me da pena olvidarlas, pero todos somos distintos y cada quien es como puede ser, no como los otros esperan que seamos.

Olvidé en que fechas fallecieron mi padre, mi abuela, mi suegra y mi amiga del alma Lucía. Olvidé el año en que conocí a mi esposo, en que fecha vinimos a vivir a Envigado, cuando viajamos a Bogotá y de regreso. No sé porqué tengo tanta memoria para unas cosas y tan poca para otras. A lo mejor no le doy importancia a las mismas cosas que otros, es que como casi todo en la vida nuestra mente también es personal e intransferible.

En éste mismo momento pienso el motivo por el cual estoy escribiendo ésto y para ser sincera no lo tengo o no lo recuerdo. Ah vaina.

Patricia Lara Pachón 



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Pensamientos perversos

 

Pensamientos perversos 

Hoy me descubrí pensando mal. Es como el demonio del oído izquierdo que me habla. Yo lo escucho seriamente y le doy una que otra respuesta. El ángel del oído derecho es más silencioso. Él a veces nada más me mira con algo de dolor y me recrimina silente.
A veces; pocas. Me doy cuenta de lo rarita que soy, de los malos pensamientos que puedo tener y la verdad verdadera es que hasta los disfruto. Me pregunto con frecuencia qué sería de mí si le hiciera caso siempre a la maldad que me habita. Los seres "humanos" podemos y debemos controlar nuestros instintos. Por algo estamos arriba de la cadena evolutiva (?) 
Bueno, como siempre yo pensando pensamientos pensantes, de esos que sirven para salvar el mundo. ¿Para salvarlo?
En realidad y siendo muy sincera, encuentro muchas gente buena a mi alrededor, pero aquellos que gobiernan el mundo dejan mucho que desear. Esos nos van conduciendo a la destrucción. Éste mundo necesita con urgencia reiniciarse.
Ahora sí yo.
Patricia Lara Pachón 




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Y yo espero


Y yo espero

Qué cuántos años tengo, me preguntó.
Tengo un día y abro los ojos por primera vez, parpadeo y ahora tengo dos años y estoy totalmente desnuda, recubierta de yerba y lodo escuchando los gritos histéricos de mamá, los llantos de gente que desconozco. Tengo también tres años y pasan con un ahogado amarrado de pies y manos a una guadua, tengo ahora seis años y me entero que papá tiene otra familia. 
Estoy feliz, tengo ocho años y por fin puedo ir a la escuela, voy a aprender a leer y a escribir, ya no tendré que rogarles a mis hermanos para que me lean las caricaturas.  Acabo de cumplir 15 años y un terremoto me sorprende sola con con mis hermanos... Lloro.
Ahora tengo 24 años y en mis brazos sostengo a mi primer hijo... Estoy adolorida y llena de miedo. Suspiro y tengo 33 y la escucho llorar con ganas, pido que me la traigan y el amor me llena el rostro de sonrisas y el miedo ahí está.
Empiezo a escribir con timidez, tengo 46 años y deseo exponerme en las letras, conocerme. Entender sus motivos, renazco en las palabras.
Espero con paciencia que la vida me sorprenda... 61 años me cobijan y yo espero.
Patricia Lara Pachón 

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lunes, 14 de abril de 2025

Aguacero

Aguacero


Que esta lluvia incesante
me regale el petricor de su mirada sonriente,
una primavera de buenas nuevas,
¡el ocaso de tantas tristezas!

Qué esta lluvia silente
renueve el río de la vida 
y me deje ver el sol de su sonrisa 
amanecer por el este de mi esperanza 

Que esta lluvia espasmódica
desgaje por completo las nubes grises del miedo y la incertidumbre,
que renueve el caudal de mi risa sonora 
y se yerga, renacida, la alegría que hoy se espanta.

Aguacero de mis ojos, temporal que no se aguanta 
calma tu ímpetu ya un poco, que se aprieta mi garganta,
amaina por este día y deja un poco de tu agua 
para llorar de alegría cuando gane la esperanza.

B. Osiris Bocaney

domingo, 6 de abril de 2025

Burbujeando

 

Burbujeando
¿No les encanta cuando toman una bebida gaseosa y sienten la necesidad de burbujear también? Obviamente es un disfrute en solitario jajajajaja.
Yo
Patricia Lara Pachón 




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De perros

De perros


No sé si los perros tienen comunicación directa con las plantas como Et "El extraterrestre" lo cierto del caso es que Capitán va por la vida observando que planta necesita unas gotas de su orina para depositarla allí. No deja más de dos o tres ya que el necesita auxiliar a todas las plantas posibles del barrio. Mi perrito avanza con su cola en alto muy feliz, tiene un caminado saltarín y alegre; excepto, claro está, cuando suena un exosto o queman pólvora algunos vecinos inconscientes.

Capitán a veces ladra de más; cuando se le acerca un extraño o cuando sale en la noche y quiere que los demás perros del barrio se enteren que a el le dieron un paseo extra.

Capitán le teme a muchas cosas; el ruido de los platos de cerámica lo espanta. Y es muy curioso lo que le sucede. Él ama "robar" su comida; yo le sirvo y debo irme para que cuando yo no esté él se de el gusto de alimentarse. No sé porqué lo hace, pero lo hace siempre. Ahhh también gusta de que le ponga su plato en la cama y come acostado jajajaja. Creo que ama ser atendido como su papá.

Cuando Capitán entró en nuestras vidas tuvo un ataque de pánico. Se estaba ahogando y nos veía muy asustado. Le aclaramos que él, había llegado para quedarse, que iba a vivir con nosotros por siempre. Le hablamos desde el corazón y él lo entendió, hoy por hoy es un perrito feliz y hasta mandón. 

El Capitán duerme en la cama con nosotros, pide que le demos el 50% del queso de nuestros desayunos y no se para de ahí hasta que lo consigue. Le gusta que le pongamos prendas de vestir pues se siente más feliz cuando las lleva. Come de todo. Sus croquetas, su carnita cocida y la comida que nosotros comemos, es un perrito gordito y feliz pero hay de aquel que se atreva a decirlo. Le pregunto entonces al "metido" si habría sido mejor dejarlo famélico como lo encontramos.

Bueno... Insisto que nos ganamos la lotería con Capitán. Él ha traído muchas felicidad a nuestras vidas.

Patricia Lara Pachón 

La orgullosa mamá de Capitán Arturo Gabelo Lara.


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Mi yo de hace unos años

Mi yo de hace unos años.


Bueno... Es que no se como entrarle a éste reto, no puedo mentir; no me gusta hacerlo.
No sé, si soy un bicho raro o si sencillamente vivo el día a día.
Cuando era niña no me imaginaba como sería siendo jovencita. Ya joven no me ví siendo adulta y ahora lo único que en realidad deseo es morir plácidamente sentada, en una playa dorada por el sol, de arena tibia, viendo el mar.
Jamás me imaginé casada, es más; no tuve novios. No me ví siendo madre, me gustaban los niños de otros. No pensé nunca en una casa, menos en un hogar. Quizá porque desconocía que existieran. No idealicé hombre alguno.
La vida me fue poniendo ante cada una de las situaciones, obviamente se habrían caminos porque siempre hay que elegir; pero lo hice en su momento, no acostumbro llorar sobre la leche derramada. Tomo las cosas como vienen y como aprendizajes, nacimos para eso... Para aprender.
Así que las mujeres que fui no tendrían que preguntarle a la que soy ahora si sus sueños se hicieron realidad. Creo que ellas se sorprenderían de saber que nos casamos, que somos madres y esposas, que el trato con los hermanos es lejano (emocionalmente siempre lo fue) y ahora estando lejos físicamente con más razón aun.
También se sorprenderían de saber que encontré en las artes un respiro a la vida, que ahora yo, ya vieja, quemo etapas que ellas no vivieron pero que en su momento tampoco notaron o desearon.
Bueno... Para tener poco que decir... He dicho mucho.

Patricia Lara Pachón la que ama los puntos suspensivos.

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Llueve

Llueve


Llueve profusamente.  Catorce hombres corretean un balón en una cancha inundada. Son felices, la infancia les retorna doblemente, el fútbol y la lluvia ¿Qué podría ser más perfecto?
Terminan felices y la charla inicia, se relatan el partido paso a paso, cada uno fue el héroe de la contienda; se comieron varios goles, marcaron otros, y pusieron unos más.
Se quitan los uniformes mojados, se van vistiendo, sonrien ¿Qué podría ser mejor?

Patricia Lara Pachón 

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El espejo

El espejo


Entré a esa casa por invitación de su dueña. Una ancianita sonriente, de bucles en su cabello dorado, quizá usaba algun tinte, ojos vivarachos que se asomaban por los vidrios claros de unas gafas muy antiguas y costosas.  Labios rojos, curiosamente rojos ¿Que labial usaría la dama? Algún último destello de vanidad, Cejas abundantes y bien peinadas, entre canas ellas. Nariz respingada y acaso ¿coqueta?  Me senté en el sillón que ella señaló con un gesto leve del mentón y el dedo índice de su mano derecha. Lucía joyas asombrosas, brillantes todas, con diseños hermosos y pedrería que a simple vista se veía muy fina y antigua.
Dirigí la mirada con disimulo a varios objetos del salón. Todo pulcro, reluciente, hermoso.
De nuevo miré a la anciana que se había acomodado a mi lado. Me ofreció té. Una linda tetera de porcelana a juego con las tazas, platos y cucharas había aparecido ahí de pronto. A lo mejor ya estaba y yo no la había notado antes.
Tomé de entre sus dedos largos el platito y la taza y sorbí despacio esa bebida hirviente, dulce, con un aroma indescriptible. La anciana señora me miraba fijamente. Era como si respirara de mi boca el aire que yo exhalaba. 
Se puso de pie casi de un salto al ver que yo había terminado la exquisita bebida. Se dirigió a una esquina de la habitación y se irguió frente a un espejo que tampoco yo había percibido.  Haciéndome un gesto me invitó a seguirla. Lo hice sintiéndome muy pesada, cansada. Apenas si lograba mantenerme consiente. Me paré a su lado y me observé al espejo. Nos observé con curiosidad primero y con horror después.  Me iba diluyendo en la anciana. Mientras yo desaparecía en un polvo sutil. Ella se rejuvenecía. Ahora era, una altiva mujer, que apreciaba su belleza, lozanía y juventud ante el espejo.

Patricia Lara Pachón 


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Hoy me tomé un café

Hoy me tomé un café con mi yo de 28 años. Me siento frente a esa mujer niña de ojos tristes. Ella me mira con desgano; no le gusta pensar que esta mujer que soy es ella en el futuro, claro que ella dice no haber pensado jamás en llegar a esta edad. A ninguna, realmente. Sí, pregunta por nuestro hijo, ese bebé con el cual se crio, el que educó a tronchas y mochas, pues ignoraba cómo hacerlo. Dijo, y lo sé, que todo lo que hizo por él lo hizo desde el amor.

Le cuento que tenemos una niña también, que se parece mucho a ella y que tiene, hoy, su misma edad. Le digo que tiene sueños, que es inteligente, hermosa y que lucha con entereza por aquello que desea.

Ella, yo... Ya no me mira con tanto desgano. Le gusta saber que crio bien a sus hijos. Que construyó desde los cimientos un hogar que jamás imaginó, que tiene mascotas a las que ama profundamente, que es una mujer a la que algunos aman y otros aprecian, pero que no es para nada una sombra.

Le cuento que disfrutamos mucho escribir y que tenemos infinidad de cosas para contar; unas reales, y otras, muchas, inventadas por esa mente activa que la, que nos domina. Ese mundo interior en el que hemos vivido.

Le muestro fotografías que he ido atesorando con el tiempo, se asombra con algunas, sonríe con otras y suspira apretando sus manos con otras más.

Ya no me mira con desgano: al parecer, la Patricia que somos le gusta un poco más. Se admira de los niños, se sorprende con los gatos y el perro, se asombra con el jardín. Sonríe abiertamente.

Ya, al final de la tarde, me abraza apretadamente mirándome a los ojos. Yo no quiero dejarla ir, pero ella ya fue; me habita.

Parece que se va... Pero se queda.

Nos amo infinitamente.

Yo... Las Patricias que fui y la que momentáneamente soy ahora.


 Patricia Lara Pachón

miércoles, 2 de abril de 2025

Atardeceres por encargo

Atardeceres por encargo 

















Un día mis hermanos y yo, dispuestos a reunirnos a pesar de la distancia nos pusimos la cita del amor fraterno. Cada uno prepararía su cóctel favorito y se instalaría mirando al ocaso. La charla con cada uno de sus amores cercanos sería necesaria pero la compañía de aquellos con los que compartimos la casa materna sería la principal. Al momento de ver la imagen del atardecer y con el corazón estrujado por las ausencias tomaría la primera foto e inmediatamente la compartiría con los demás.

Nos sentimos cercanos en el tiempo y en el espacio y cada una de nuestras vivencias de infancia bailó en cada nube, en cada arrebol, en cada susurro del viento.

Salud dijimos al unísono y nuestras manos obturaron otra imagen mejor.

Patricia Lara Pachón 


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jueves, 27 de marzo de 2025

A Julio

 

Medellín 26 Marzo 2025

Julio
Allá en el cielo

Recordado amigo. 
Te escribo ésta carta porque se que amas recibirlas tanto como responderlas, para expresarte el dolor que sentí al enterarme que eres humano y terrenal. Que te dominan los sentimientos mundanos.
Te creí fiel y no estaba realmente equivocada. Eres fiel a tí a tus sentidos.
Bueno, esas cosas suceden por idealizarte, culpa mía obviamente.
Nunca ser humano habría escrito como tu lo hiciste si no lo hubieras sido a cabalidad.
Aquello que sentía por ti murió en el mismo instante en que leí tu carta. No una dirigida q mí; una escrita a otra. A otra que también amaste.
Escribo para abrirte mi corazón sin esperar una respuesta; es lógico, tú ya no estás aquí, y por eso es que te envío esta carta al cielo.
Yo, aquella que te amaba.

Patricia.




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Estatus

 

Estatus 

William Ospina, en su ensayo "El canto de las sirenas" nos habla del consumismo. A mí en particular, obviamente, porque mis gustos literarios son otros, me pareció aburrido su ensayo. Pero, de alguna forma me inspiró para pensar en ello y para llegar a mis propias conclusiones.  Así que aquí va algo de lo que mi mente recreó a partir de su escrito.
Creo en mi infinita ignorancia que consumir nos llevó hasta donde estamos y que posiblemente eso mismo nos va a terminar llevando a la destrucción.
Las ganas de poseer de los seres humanos son insaciables. Queremos todo aquello que consideramos hace felices a los otros y que por lo tanto a nosotros también nos dará lo mismo. Creemos erróneamente, pienso yo. Que la felicidad debe ser un estado constante; cuando no hay nada que pueda ser eterno.
Los hombres empezaron siendo nómadas. Hasta que vieron la dificultad de ir de un lado para el otro arrastrando a niños, ancianos y también por supuesto a enfermos; así que escogieron una linda cuevita para que estuvieran protegidos mientras ellos iban a cazar y recoger alimentos.  Cada vez eran más los cavernícolas, así que una sola caverna no era suficiente, y obviamente buscaron otra, otras. Mejores, más cómodas pues ya tenían su primera experiencia. Buscaron entonces una  más grande, más ventilada la cual fue la envidia de los demás. 
Vieron la necesidad entonces de "amoblarla" y claro... La piel mas bonita, la roca, más cómoda fueron la sensación y todos las querían. Adicionalmente empezaron a construir vasijas que fueron siendo embellecidas para darse estatus, siendo entonces la envidia de los demás.
Ni hablar de las pieles para vestir, las plumas más coloridas.  Quien más tenía era más importante y por lo tanto más feliz.
Ahí creánlo o no empezó el consumismo ya que algunos se dieron a la tarea de confeccionar cosas para hacer que los otros pagaran por ellas creando brechas "sociales" cada vez más amplias.
Pasó por supuesto el tiempo y aquí estamos. Deseando todo aquello que hace felices a los otros. Hay algunas cosas que no cambian fácilmente. La crema dental "Colgate" hace parte de nuestra impronta, al igual que el jabón "Fab" por ejemplo. Es como si esos productos de siempre nos diera tranquilidad y hasta alcurnia (jajajajaja). Luego hay cosas modernas y atractivas que nos proporcionan de alguna manera "alegría" ya que en nuestro cerebro entendemos que si las usamos vamos a vernos más altos, más delgados, más jóvenes.
Con los años, los productos mágicos para evitar las arrugas, los tintes para cubrir las canas, las fajas para lucir más esbeltos se han vuelto parte importante incluso en nuestra canasta familiar.  Acudimos con más frecuencia a los gimnasios, los odontólogos hacen su agosto con diseños de sonrisa incluso algunos muy estrambóticos. Zapatillas cada vez más enormes con las cuales nos sentimos modernos y empoderados.
¡Válgame Dios! Los seres humanos no nos llenamos con nada. De la caverna grande hemos avanzado a la necesidad de tener enormes cantidades de dinero. El tío Rico se nos quedó en palotes. Todo se nos ha vuelto acumular, tener más que los otros quizá y solo quizá para que los demás sencillamente nos envidien.
¡Ah vaina!

Patricia Lara Pachón 




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Muriendo lentamente

 

Muriendo lentamente 

Mi abuela lo repetía cada vez que debía agacharse a recoger algo, después se lo oí decir a mi madre cuando notaba que se le dificultaba realizar alguna tarea de las cotidianas; también y desde hace ya un tiempo y con frecuencia yo misma lo constato al ir observando los estragos que el tiempo hace en mi cuerpo y en mi alma. "Envejecer es una mierda".
Me despierto en las mañanas muy cansada y a veces muy asustada ya que he dormido poco. A veces concilio el sueño casi a punto de que suene el despertador. Me tomo unos minutos antes de abrir los ojos pues de levantarme de inmediato vería chispitas.
Me siento y crujo. Algo en mi suena: A veces los dedos de las manos, las rodillas, el cuello.
Me levanto arrastrando los pies y voy al baño, me siento mientras miro el Facebook y dejo que mi organismo fluya.
Me lavo los dientes y las manos, temo verme al espejo para descubrir esa mujer que cada día luce más vieja y más cansada.
Subo las escaleras con desgano, veo mis gatos que inevitablemente me hacen sonreír. La vida con ellos es mejor, más buena. Los acaricio mientras los alimento, los lleno de mimos. Preparo el desayuno para mi esposo, a veces en automático. Si lo razono olvidó algún detalle. La memoria ya no es tan buena. Le llevo los huevos y el café a Ricardo, le doy su medicina, le alistó la ropa y saco a Capitán.
Pienso en la infinidad de pequeñeces que me esperan en el transcurso del dia. Elijo qué hacer. Ya que hoy por hoy no alcanzo a hacerlo todo. La vejez, la maldita vejez, me posee, y pienso como mi madre y mi abuela. E incluso como el mismísimo Dorian Gray que prefirió hacer un pacto con el diablo. Entregarle su alma inmortal con tal de no envejecer. Y el mismo Gabo, que dejó plasmados en varios de sus personajes ese mismo temor; Recordemos a la mamá de don Florentino Ariza y su demencia senil, al mismo juvenal Urbino. En cien años de soledad; José Arcadio amarrado a ese árbol dominado por la locura de la vida, de los años. Dicen que las comparaciones son tontas pero a veces ayudan a soportar o por lo menos a entender.
Debo admitir que a veces... El cansancio me posee. 
Eso sí, me he dado cuenta y para beneficio propio que me he vuelto aún más egoísta.  Alcance o no... Saco tiempo para mí, para mis cosas. Para pintar, escribir, tejer, coser, hacer algún ejercicio.  Eso no hace por supuesto que mi pensamiento cambie. No señor. La vejez, envejecer es una mierda.
Mi cara antes tersa, mi piel de porcelana, el brillo de mis ojos, la suavidad de mis labios se han ido. Ahora ante mi, y no exactamente erguida veo un cuerpo algo fofo, un cabello plagado de canas, una cara con manchas y arrugas y una sonrisa que se esfuerza en permanecer. Insisto... En qué la vejez es una horrible mierda.
Algunos se conforman pensando que hubo quienes no lograron llegar a nuestra edad. ¿Y el beneficio? Quizá el de irse uno volviendo invisible, inservible, un estorbo, un trasto viejo. Y terminar arrumado en un mueble en la sala, o en el propio cuarto con olor a viejo... A vejez, a decrepitud a dolor y a olvidos.
Es que definitivamente la vejez señores, es una total y absoluta mierda.

Patricia Lara Pachón 

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Me dediqué a ser esa

 

Me dediqué a ser esa.
Aquella que los otros deseaban tener en sus vidas. Los complací. Les di de mi todo lo mejor que pude. Y yo, esta que soy. Se oculta atrás de mis párpados. En la media sonrisa que apenas aflora, en una onda de mi cabello y en algún vericueto de mi alma.
¿Alguien podría amar esta mujer que soy? La real, la verás, la auténtica.
No sé si algún día me decida a mostrarme. Por lo pronto aquí estoy, enredada profundamente en mi alma.

Patricia Lara Pachón 




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Ella y yo

 

Ella y yo


Ella

Esa mujer que me habita

se adaptó a mí 

cómo yo a ella

cohabitamos

este cuerpo antes mío ahora es nuestro.

Le temí durante mucho tiempo

me aterraba

Ahora estamos juntas hermanadas 

nos complementamos amorosamente

llenamos nuestras falencias

Y somos mejor juntas que lo que fuimos antes...

Separadas.


Patricia Lara Pachón 



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La calle ocho

  La calle ocho ♾️  Era una calle larga, empedrada con milimétrica alineación. Cada roca había sido dispuesta con suma elegancia. Cada una d...