La calle ocho ♾️
Era una calle larga, empedrada con milimétrica alineación. Cada roca había sido dispuesta con suma elegancia. Cada una de ellas parecía haber pasado por metro y báscula. Esta recta calle era absolutamente impresionante. Limpia, ni una hoja en ella se veía ni a metros de distancia. Y ni hablar de las casas de la misma forma y color, las puertas y ventanas idénticas, las plantas colgando de los barandales exactamente iguales; ni una hoja más ni una menos y todas con sus verdes follajes identicos. Ochenta y ocho casas blancas, con puertas y ventanas pintadas de rojo. Un único bombillo en cada una iluminaba casi siniestramente la casa, la calle.
Adentro de cada una de ellas y dispuestas de igual manera había una sala, con un mismo sofa, dos sillas, dos mesas, un tapete. Dos cuartos con sus camas iguales, dos baúles dispuestos a lado y lado de las camas como mesas de luz, un candelabro con sendas velas gastadas hasta el mismo sitio, cada uno con una gota de parafina ensuciándolos. Colcha tejida de mil colores y cojines a juego. Un baño limpio en medio de los cuartos. Una pequeña cocina con estufa y dos ollas cocinando algo indescifrable pero de delicioso aroma, dos platos, dos vasos con cubiertos y servilletas blancas bordadas con primor dispuestas sobre la barra.
Todo, absolutamente todo igual en las ochenta y ocho casas. Y ni hablar de lo que había atrás de ellas; cada una tenía en su patio trasero, un pequeño bosque, tan pequeño era que los árboles crecian enmarañados pero exactamente identicos. Y después de ellos la nada. No era una muralla, ni un foso, ni un rio cristalino o turbio. Nada. Y daba la impresión que la nada se acercaba, que iba a ir comprimiendo aquello que rodeaba. Una sensación de opresión era lo que se sentía.
...
Patricia Lara Pachón
>^-^<