Las margaritas de Octavio
Octavio amaba las margaritas, pétalos blancos con corazón dorado; repleto de dulce polen. Pero en la calle ochenta y ocho, las macetas tenían siemprevivas. Todas y cada una de las macetas portaba una planta exactamente igual a las otras. Flores minúsculas moradas con una que otra florecilla blanca. La calle ochenta y ocho lucía algo lúgubre entonces. Un día y de la nada en la maceta de la casa de Octavio el octavo apareció una minúscula margarita, luego otra y otra y el ramillete flotaba gracil regalando su dulce aroma y sus mejores colores blanco resplandeciente y dorado sublime.
Los habitantes de la calle miraban con admiración e incluso con envidia la hermosa floración. De pronto y de la nada como si magia fuera, las demás macetas se llenaron de margaritas y unas abejas tímidas empezaron a llegar. La vida en la calle ochenta y ocho resurgía, al parecer renacía en las cenizas o ¿No?
Patricia Lara Pachón
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