jueves, 17 de julio de 2025

El ingreso

El ingreso


Octavio llevaba en su espalda el morral, en su mano derecha el machete y en la izquierda el mapa que él mismo había dibujado del original que encontró en la librería y que había dejado oculto en el mismo sitio que lo encontró. Ingresó por la ladera del volcán buscando mínimas señales que pasarían desapercibidas para ojos no entrenados o que no sabín lo que debían buscar. Una piedra rojiza sobre otra azulina. Más allá un árbol esmirriado y muy golpeado por el viento gélido   y el clima inclemente. De pronto tallado en la piedra caliza un aviso que decía "No hay retorno". Octavio no lo pensó siquiera y continuó su camino, apenas si paraba un instante para beber un sorbo de agua. Cada tanto unas letras talladas igual que la anterior advertían "Detente y da la espalda", "Regresa". Aún más adelante aparecieron otro tipo de avisos, unos positivos y conciliadores, "No desistas, tu felicidad está adelante" "Si estás aquí es porque conoces tu destino" "Ya pronto llegaras" "Estás a unos pasos".
A Octavio el Octavo se le iba la mirada al frente, intuyendo su tranquila y apacible felicidad.
"Llegaste" "Está es la calle ochenta y ocho" y sí, ante sus ojos asombrados apareció magnífica la calle que el intuía y que nosotros conocemos y reconocemos.
Una nota esculpida a la pared de la primera casa decía "Bienvenido" y continuaba "todos esos mensajes que encontraste fueron dejados y esculpidos cuidadosamente por tus predecesores con el fin de acompañarte en el camino" sigue tu intuición que tú compañero te espera.
Patricia Lara Pachón 

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